Ambidiestros con peligro
La política también sigue el patrón de la ‘ambidestreza’. Se llevan, subraya Ortega, los partidos coherentes con su programa electoral pero a la vez con capacidad de pactar.
Los excelentes profesores de latín en la Molina de los setenta doña Mercedes y don Alfonso arrancaban las clases de enero insistiendo sobre el origen, etimología, y de paso mitología, de los meses y días de la semana. Enero (Ianuarius) invocaba al dios Jano (January en inglés y Janvier en Francia). A este dios se le representaba con dos caras de perfil, una mirando hacia adelante y otra hacia atrás.
Formados con pesada religión y liviana filosofía nos costaba entender que su efigie se colocara en las casas romanas, una delante de la puerta para entrar y otra dentro por donde se sale. Resultaba que Jano, el dios de las dos caras, además de un reputado pastelero molinés, nos protegía para ambas acciones. Era una especie de santo pagano de las transiciones.
Hoy sería patrón de los ambidiestros, apenas un 3% de nacimiento pero rifados en deportes y empresas punteras, según el profesor Iñaki Ortega. Emulando al tenista Nadal o al futbolista Cazorla en el manejo de ambas extremidades con la misma pericia, CEOs o jefazos de grandes compañías saben contentar a accionistas, clientes y empleados. Lo mismo caminan con vaqueros o mallas por la mañana que con trajes oscuros a mediodía para explicar previsiones y dividendos.
La política también sigue el patrón de la ‘ambidestreza’. Se llevan, subraya Ortega, los partidos coherentes con su programa electoral pero a la vez con capacidad de pactar, líderes guaperas pero con aparente solidez intelectual, candidatos que buscan el bien común sin traicionar a su electorado, coaliciones que permitan la gobernanza sin que aparentemente sufra erario público y el futuro de nuevas generaciones.
Los barones socialistas Lambán y Page, presidentes de Aragón y Castilla-La Mancha, dicen lo que piensan cuando asoman elecciones. Muchos de sus electores esperan que sus diputados voten en consecuencia, a favor del respeto a la Constitución y la soberanía nacional. Pero todo indica que incluso apoyarán referéndums o subterfugios como el ‘acuerdo de claridad’ propuesto desde la Generalitat, con el que quieren dividirnos.
Ser ambidiestro en el deporte exige horas, días y meses de esfuerzo y coherencia. En política no tanto, pero termina descubriéndose el engaño. Lo malo es que todos lo pagaremos caro.