Aniversarios monserga
"¿Este año filomeneará?”, preguntaba en Navidad mi nieto de casi seis años, que mantiene vivo su recuerdo. Las borrascas Fien y Gerard no le han llegado a la suela del zapato.
A los periodistas nos gustan los aniversarios redondos con múltiplos de cero y cinco. Para rellenar espacios, dar la tabarra o recordar culpas también van de perlas los más recientes, como los dos años de Filomena, los tres del Covid y pronto uno de la invasión de Ucrania. Luego, en los balances cada uno suele arrimar el ascua a su sardina.
Un par de expertos en cabañuelas (predicción del tiempo entre la cultura popular y la astrología) y muchos meteorólogos de andar por platós mostrando palmito, llevan meses en cábalas sobre la repetición de la famosa tormenta de nieve de 2021. La mayoría, quizá contagiados por el covideólogo doctor Simón, ni olieron el alcance de la borrasca. Hablaban de "uno o dos palmos como máximo" en Madrid. El tasco sobrepasó oficialmente los 70 centímetros y las heladas siberianas lo mantuvieron durante dos semanas largas.
"¿Este año filomeneará?”, preguntaba en Navidad mi nieto de casi seis años, que mantiene vivo su recuerdo. Las borrascas Fien y Gerard no le han llegado a la suela del zapato, y su extensión por doce comunidades con temperaturas más desplomadas han suspendido a Molina de Aragón como capital del frío y hurtado su protagonismo en los telediarios.
¿Qué ha sido de la "guerra de Putin" y el tenebroso invierno energético vaticinado por Pedro Sánchez? El conflicto ahí sigue, pero ni en España ni en Europa se han cumplido las pesimistas profecías de hogares congelados. La bonanza climática, con temperaturas primaverales, que hasta ahora ha dejado aparcado el invierno, ha apaciguado la demanda. Vendrán otras borrascas y olas de frío, pero los días van siendo más largos y soleados. Nadie recuerda ya la temperatura impuesta por el Gobierno a los termostatos.
Los tertuliasnos tampoco han atinado en sus predicciones postpandemia. Ni el teletrabajo ha venido para quedarse, salvo para funcionarios holgazanes, ni las grandes ciudades han perdido habitantes y los pueblos han vuelto a llenarse. Tampoco está claro un mayor aprecio de las relaciones personales, ni el arraigo de nuevos valores, ni se ha quebrado la cultura de los bares y viajes, ni somos más pacíficos (guerra de Ucrania), ni se ha reducido la dependencia económica de China. Monsergas. Todo sigue parecido. O casi.