Apocalipsis financiero
Si el representante legítimo de la nación más poderosa del mundo no puede con los mercados financieros, ¿qué podemos esperar que consigan el presidente José Luis Rodríguez Zapatero o Silvio Berlusconi?
La soberanía política está perdiendo, ha perdido ya, la batalla con los mercados. ¿Por qué tendrían que respetar los ciudadanos a quien han elegido para resolver sus problemas y se muestra absolutamente incapaz de ejercer su responsabilidad?
Hay una crisis de la democracia representativa y la incapacidad de los líderes mundiales para ponerse de acuerdo en la regulación de los mercados es, sin duda, el fin de una época. La política no ha llegado al final pero la democracia tendrá que inventar nuevas fórmulas de intermediación entre los ciudadanos y las instituciones.
Londres y otras ciudades de Inglaterra son escenario de una revuelta violenta y desconcertante. Muchachos muy jóvenes, la mayoría de raza negra, han necesitado la muerte violencia de un joven en manos de la policía, en circunstancias no aclaradas, para hacer explotar su ira. Sería demasiado estúpido despachar el asunto con una condena y la petición de más fuerzas de seguridad. La ecuación debiera ser clara: no sirve la represión si no hay educación. Esa explosión violenta de ira es hija de treinta años de descuidos en la educación, de esconder la marginalidad y de no interpretar la explosión de los barrios marginales donde se hacinan las minorías.
El subterráneo de la sociedad inglesa es explosivo; en España el descontento se conduce de forma pacífica. Dos fenómenos distintos pero que evidencian una crisis del sistema de representación que ya no sirve en su configuración actual.