Apoyo en el Congreso a la intervención en Libia

22/03/2011 - 00:00 Carlos Carnicero

Tres votos en contra y una abstención ha sido la única resistencia parlamentaria a la decisión del Gobierno de participar activamente en la puesta en escena de la resolución del Consejo de Seguridad de intervenir en Libia. La casi unanimidad aleja el peligro de una división política por este asunto. No hace falta señalar las diferencias con la guerra de Irak, pero aún así, para adelantarnos a interpretaciones interesadas no está mal recordar los aspectos básicos de las diferencias. En la invasión de Irak no participaron todos los llamados aliados y hubo una dura división entre los de uno y otro lado del Atlántico. España, presente en la foto de las Azores por medio del apoyo de Aznar a la operación militar, colaboró junto con Blair a la ruptura de la unidad europea. No hubo resolución de Naciones Unidas para la guerra de Irak, que carecía de legitimidad y legalidad internacional y fue la puesta en marcha de la doctrina de la guerra preventiva que ha causado muchos mayores daños que los supuestos beneficios que iba a reportar. Y en tercer lugar, la intervención se apoyó en una mentira previsible: la existencia de armas de destrucción masiva que según quienes sostenían esa falsa tesis significaba un grave peligro para la paz y la seguridad mundial. La lectura positiva es que la intervención en Libia sienta un precedente contra la impunidad de los sátrapas y los genocidios contra la población. En medio de las revueltas en el mundo árabe y en el Magreb, sentar el precedente de una intervención para quien esté matando a su pueblo con armas de guerra es un aviso a navegantes de quienes quieren perpetuarse en el poder a sangre y fuego. Que tomen nota todos los dictadores de la zona porque la doctrina aplicada en Libia puede extenderse .