Aquel dramático encierro de las ferias y fiestas de 1984

10/09/2023 - 14:18 Eduardo Díaz

En el rincón de esta semana vamos a recordar el encierro del gran tapón a la entrada del callejón de acceso al interior del albero de la plaza de toros que se produjo en la mañana del 21 de septiembre de 1984.

El tradicional encierro de toros de Guadalajara, declarado como de Interés Turístico Regional, cumple este año el cuarenta y tres aniversario desde su implantación en el año 1979. 

En el rincón de esta semana vamos a recordar el encierro del gran tapón a la entrada del callejón de acceso al interior del albero de la plaza de toros que se produjo en la mañana del 21 de septiembre de 1984.

La mañana de ese día era totalmente veraniega con miles de personas a lo largo del recorrido y unos tendidos de la plaza de toros totalmente abarrotados, pese a que se cobraba doscientas pesetas para acceder a su interior.

Todo comenzó con absoluta normalidad y a las ocho en punto de la mañana se lanzaron los tres cohetes de rigor, abriéndose en ese momento los corrales de la calle Matadero. Inmediatamente, de manera sorpresiva, se produjo una avalancha de público sobre la entrada del callejón de acceso al interior del coso taurino con la intención de evitar el pago de la entrada. En esa invasión de público, debido al nerviosismo de algunas personas, comenzaron a producirse caídas y tropezones de personas de toda edad, formándose un tapón humano que cada vez se hacía más grande.

La manada compuesta por toros y cabestros se iba aproximando a la recta de capitán Arenas, los pastores y corredores sabedores de la situación a través de los altavo-ces del recorrido intentaban dar la vuelta a las reses, pero fue una tarea imposible. Cuando los toros y cabestros llegaron al callejón de la plaza se encontraron con una muralla humana en la cual predominaba el pánico ya que en su interior había personas de avanzada edad e incluso menores. Dos toros comenzaron a trepar por encima de la gente que se encontraba totalmente inmóvil, viviéndose escenas dantescas con numerosos corredores observando como las astas de los toros rozaban sus cuerpos y sus caras. El resto de la manada compuesta por cuatro toros y cabestros se dio la vuelta, creando el desconcierto en el recorrido ante unos corredores y público que confiaban en que el encierro había concluido. Posteriormente estos morlacos, acompañados de los cabestros, fueron de nuevo conducidos por los pastores a los corrales de la plaza de toros una vez que el callejón había quedado totalmente despejado de personas, aunque en el suelo quedaron numerosos restos de ropa y zapatos de muchas personas que fueron trasladadas de manera urgente a la enfermería y a las ambulancias cercanas al recorrido del encierro.

El dramático encierro había dejado un total de nueve heridos, dos de ellos de gravedad, numerosos contusionados, así como personas que habían sufrido ataques de histeria.

La ciudad de Guadalajara estuvo esa mañana totalmente consternada ante los momentos tan difíciles que se habían vivido en el encierro matutino; incluso el equipo de Gobierno municipal de aquella época, presidido por Javier de Irizar, se reunió de urgencia y finalmente decidieron no suspender los dos encierros que quedaban por celebrarse. Por la noche en una pantalla colocada en el parque de la Concordia para exhibir los actos festivos que se celebraban cada día, el alcalde de la ciudad mandó un mensaje a la ciudadanía para que respetasen en todo momento las normas del  Bando Municipal del encierro de toros, en el cual se prohibía la participación de menores de edad así como de personas mayores de 65 años. 

Una de las recomendaciones que realizaron expertos corredores del encierro de Guadalajara a los responsables municipales fue la de que se dejase la entrada libre a la plaza de toros para presenciar el final del encierro y la posterior suelta de vaquillas, pero esta recomendación no se llevó a cabo hasta las ferias y fiestas del año1992 y  afortunadamente en la actualidad se sigue aplicando.