Aquellos euro-escépticos

09/12/2011 - 00:00 Andrés Aberasturi


  Hace un millón de años nos llamaban euro escépticos y nos acusaban de casi todo tan sólo porque defendíamos que la idea mítica de una Europa unida no podía empezar a construirse sobre cimientos únicamente económicos, mercantiles, monetarios. Pero tratar de ir más allá -y esa era mi visión personal- iba a ser muy difícil porque el pasado, tan glorioso como infame, nos pesaba demasiado individualmente y el presente era excesivamente desigual. Para que España entrara en el distinguido club, se nos pidieron garantías y condiciones que con el sacrificio de todos cumplimos. Y nos fue bien.

  Luego se abrió la veda y de la mano de Alemania entraron muchos países del Este tal vez de forma apresurada. Teníamos un moneda única pero ahí se acababa el invento porque ni los salarios, ni las pensiones, ni la fiscalidad ni nada del entramado económico-social que rodea al símbolo que es en definitiva la moneda, era igual para todos y hasta la Gran Bretaña había hecho valer su poder para que se le consintieran tal vez demasiadas cosas. Se supone que aquellos vientos convirtieron en tempestad la crisis que ahora vivimos y que obliga a "reinventarse" contra reloj esta desigual Unión Europea.

  El problema es el tsunami de la crisis, claro, pero como siempre ocurre con estas desgracias, lo que ha puesto al descubierto es la débil realidad de los cimientos de la Unión. ¿Qué hubiera pasado si esa Unión no hubiera existido? Seguramente los más débiles hubiéramos sufrido mucho más, pero la pregunta que habría que hacerse no es esa sino la contraria: ¿qué hubiera pasado si la Unión Europea se hubiera levantado sobre realidades sociales y no sólo sobre intereses mercantiles? Pues tal vez los vientos no golpearían tan fuertes.

  Pero esas hipótesis son ya absurdas. Estamos donde estamos y hay que enfrentarse a la realidad y tal vez esa necesidad de "reinventar" la Unión sea una oportunidad para hacer las cosas mejor. La Gran Bretaña, dicen en el Continente, se vuelve a aislar de Europa mientras que los británicos opinan que es el Continente el que se ha aislado de la Gran Bretaña mientras el alcalde de Londres clama por salirse definitivamente de todo lo que huela a Europa. Allá ellos, pero yo no les pondría muchos impedimentos.

  Ahora de lo que se trata es de confeccionar otro traje para todos y no de remendar uno que ya no sirve. ¿Seremos capaces? ¿Tendrán los gobiernos de los países más fuertes la altura de miras de pensar en alguien más que en ellos? Impresiona que la inteligente y atractiva directora del Financial Times en su edición norteamericana, Gillian Tett, afirme rotunda que espera que "España se haya preparado para volver a la peseta". Dios la confunda, porque eso si que sería un desastre para todos.