Aranceles quitapón

15/02/2025 - 14:50 Antonio Yagüe

Fue ponerse Trump al mando de EE. UU. y todos echarse a temblar por los aranceles y otras bravuconas anunciadas a bombo y platillo por el matón americano

Los gobiernos autónomos llevan días haciendo cuentas del coste para sus arcas del llamado escudo arancelario o nuevo tributo que aplicará a las importaciones de Europa el país más rico del mundo.

En Castilla-La Mancha sospechan que los productos más amenazados serán los quesos, calzados, aparatos mecánicos, aceites de oliva y vinos. En lo último coinciden la otra Castilla, Aragón y Cataluña, que añade el cava.

El órdago comercial de Trump arriesga un negocio de 800 millones con Galicia. Metal, conserva, pesca, automoción, madera o granito son las actividades más expuestas.

En el País Vasco temen perder 1.000 millones por la caída de las exportaciones de maquinaria y semimanufacturados (acero, aluminio, cobre...) Otro impacto serio conllevaría un aumento del precio de los combustibles importados, de las habas de soja y, de rebote, de los sabrosos pollos consumidos en cuadrilla en los asadores. 

Mejor no seguir. Mientras, pagaremos como otro arancel el arreglo eventual entre Sánchez y el fugado Puigdemont para aprobar un sucedáneo del decreto ómnibus en forma de independencia fiscal de Cataluña, condonación de deuda, cesión en las fronteras, privilegios y más desigualdad entre territorios y ciudadanos españoles.

Parece que las guerras arancelarias no llegarán al Señorío, lo que tranquiliza a los agricultores, ganaderos mayormente autárquicos, y otros supervivientes de la España desatendida. Igual, como antaño, todo se queda en casi nada y los aranceles son de quitapón, como aquellos de las mulas. 

El ‘obispo’ del Moncayo visto desde Milmarcos está perdiendo sus vestimentas blancas. Los primeros almendros en flor anuncian que la primavera va estallar. Cuentan que entre Tartanedo y Pardos han visto una zorribalba. O zorribalbo. Todavía más raro.