Árboles In memoriam

10/10/2020 - 16:51 Antonio Yagüe

Algunos políticos se han dado cuenta de que los árboles no solo dan sombra. También, oxígeno, vida, recuerdo, votos…

Se está imponiendo la práctica de plantar árboles para honrar y mantener la memoria de personas fallecidas como un tributo simple y de larga duración. Se hizo en Madrid a las víctimas del 11-M con el famoso Bosque del Recuerdo, un monumento vegetal de 170 cipreses y 22 olivos. Ahora lo imitan algunas comunidades para “los que nos faltan” por el Covid-19, más de 32.000 reconocidos y de 53.000 según el INE.

El vecino gobierno de Aragón eligió este verano la carrasca (denominación de origen prerromano)  como árbol memorial y plantó 741, una en cada municipio. Para sus promotores, la también llamada chaparra, chaparro o encina es un símbolo de justicia y fuerza, de vida (siempre verde),  resistencia y lucha (se adapta a la sequía estival y al frío invernal).

Podría suscribirse con un amén en el Señorío, sobre todo en la cuenca del Mesa. De niño aprendí a valorarla por proporcionar el mejor calor del hogar y ser leña ideal para chascas, hogueras y asados. Con su dura madera, sobre todo la de umbría, se hacían los astiles o mangos para hachas y otras herramientas, camas para colgar los tocinos en canal, yugos de campanas… Hasta se les llamaba “de carrasca” a los recios jerséis de lana para desafiar nevadas y hielos.

Solo podría rivalizar con ella en nuestros pagos la sabina, árbol mítico de los iberos, centenario,  austero y tan resistente como para revestir las carabelas de Colón. Pero su crecimiento es tan complicado y lento que algunas han permanecido casi tal cual desde que vieron pasar al Cid.

En el País Vasco han elegido la secuoya. Su lendakari, Íñigo Urkullu, pidió en Vitoria, al pie de una centenaria de 44 metros de altura, plantar 1.800 para honrar a otros tantos muertos allí por la pandemia. En América latina el árbol preferido como expresión de duelo es el lapacho, con sus vistosas flores rosadas o amarillas, duro, y resistente al agua, a las pestes y al fuego.  

Algunos políticos se han dado cuenta de que los árboles no solo dan sombra. También, oxígeno, vida, recuerdo, votos…