Arboricidio
12/12/2015 - 23:00
Hace un siglo los magnates americanos venían a España a llevarse por cuatro perras, piedra a piedra, iglesias románicas como la de Santa María de la Oliva en Carrascosa de Tajo. Hoy, junto a los acaudalados jeques árabes, hacen lo mismo con olivos, carrascas, robles y otros árboles centenarios, que son arrancados de cuajo y vendidos como adorno para jardines, urbanizaciones, rotondas y campos de golf.
El objetivo es llevarse del sur de Europa un pedazo de historia y alguno de los seres vivos más viejos del planeta.
La Fundación Félix Rodríguez de la Fuente da la voz de alarma y pide ayuda para detener este expolio y firmas para que el Parlamento Europeo se comprometa a proteger estas joyas de nuestro patrimonio. Un alto porcentaje no soporta el trasplante y muere por el camino. Pero el elevado margen comercial con el que trabajan, palía las pérdidas.
A pesar de que estos árboles monumentales cada vez son menos y están más protegidos, se llegan a pagar fortunas. Un millonario francés gastó 70.000 euros en un olivo milenario de Portugal. Otro italiano pagó 60.00 por un roble. Sin embargo, como ocurre con otros bienes, los propietarios apenas recibirán 1.000 euros.
El resto son ganancias para los especuladores intermediarios.
En la Comarca de Molina y en el Alto Tajo la asociación Micorriza lleva a cabo una laudable catalogación de árboles centenarios y singulares, como el Roble de la Ermita de la Olmeda o la carrasca de El Pedregal. Es una encomiable forma de protección de nuestro patrimonio arbóreo mientras llega una ley que la blinde. O los declare monumento histórico natural, como hizo la Junta en los 80 con el Plantón del Corvacho, un nogal de Nerpio (Albacete), que plantó algún contemporáneo de Cervantes. Tenía 2,5 metros de diámetro y 35 de altura.
Estos y otros ejemplares, como algunas sabinas de Hinojosa, Labros o Mochales, vieron pasar al Cid Campeador. Por suerte estos árboles, residuo del Terciario y coetáneos de los dinosaurios, son casi intrasplantables. Tiene que ser algo sublime probar el aceite del olivo más viejo de España, en Ulldecona (Tarragona), plantado hace 1.701 años bajo el mandato del emperador Constantino. O de otro de la Jana (Castellón), nacido en 833 durante el emirato de Abderramán II. No digo nada tenerlos como compañeros.