Así son y así parecen

25/11/2010 - 00:00 Julia Navarro

Cualquiera que tenga hijos lo sabe: los jóvenes no tienen demasiada confianza en lo que les puede deparar el futuro y además tampoco la tienen en algunas de las instituciones. Y esto es precisamente lo que revela el informe Jóvenes Españoles 2010, elaborado por la Fundación S.M. Lo peor del impresionante informe elaborado bajo la batuta del sociólogo Juan Mª González-Aneo, es que los jóvenes parecen conformarse con lo que les ha tocado en suerte sin que brote en ellos la más mínima rebeldía. O sea, que no les gusta el mundo que tenemos pero tampoco parecen dispuestos a cambiarlo. Para empezar no confían ni poco ni mucho ni nada en los políticos. Nada esperan de la política porque creen que los partidos defienden sus intereses, y la de bancos y multinacionales, por encima de los intereses de los ciudadanos. Las empresas, los sindicatos, la Monarquía, el Parlamento y la Iglesia también salen mal parados. En la escala de valoración salen bien librada la familia, y en la de sus intereses, los amigos y la salud, pero de ahí hacia abajo el escepticismo es total. Eso sí, lo que parece importarles, según dicen en la encuesta, es "pasarlo bien", ganar dinero y tener trabajo. En este informe de la Fundación S.M también descubrimos que los jóvenes se llevan mejor con los padres y por tanto no les importa quedarse a vivir en la casa familiar hasta la treintena. También se muestran permisivos respecto al aborto y la eutanasia, y la religión no tiene un peso específico en su conducta pese a que la mayoría ha recibido educación religiosa. Pero la religión choca con su hedonismo y por tanto la apartan como una molestia que les supondría aceptar normas. Otra sorpresa es constatar su escaso interés por la lectura. La verdad es que el resultado del informe es un tanto desolador. Los jóvenes hacen un diagnostico preciso de lo que no les gusta, pero a continuación se resignan, no sienten la pulsión de intentar cambiar la sociedad, de tomar las riendas para construirse un futuro mejor. Se han resignado a lo que tienen y, lo que es más preocupante, se han resignado a tener un futuro peor de lo que es el presente. Me digo que hemos educado muy mal a nuestros hijos por no haber sabido estimular en ellos un dosis de rebeldía, por no haberles inculcado que entre todos se pueden cambiar las cosas, que merece la pena implicarse, luchar, tener ilusión en construir otro futuro. Pero a lo que se ve, nuestros jóvenes se conforman con lo que hay. No les gusta, pero no están dispuestos a hacer el esfuerzo para cambiarlo. Nuestros jóvenes sólo han conocido la libertad y la democracia, pero no creen en la política (¡ojo esto es peligroso!) vuelcan sus ansias de ayudar al prójimo a través de labores de voluntariado y de ONG's. Es decir, las instituciones, llámense partidos, llámese Parlamento, llamase Monarquía, llámese Iglesia, les son indiferentes, las sienten como algo lejano, ajenos a ellos y a sus intereses. Saben, me produce inquietud y malestar el resultado de este informe de la Fundación S.M. Algo hemos hecho rematadamente mal y me pregunto si aún estamos a tiempo de hacer algo para devolver a los jóvenes alguna dosis de esperanza en el futuro. Si el futuro no es de los jóvenes es que no será, y si ellos no creen que pueden cambiar el presente es que son viejos antes de tiempo. No hay nada más desolador que un joven conformista. Sí, me pregunto qué es lo que hemos hecho tan rematadamente mal... .