Ataque al Deportivo
07/06/2013 - 00:00
Perplejos, insultados, atacados, ofendidos y muy enfadados nos hemos quedado la mayoría de ciudadanos con la decisión, que ya se venía mascando en los mentideros desde hace meses, de aniquilar al Deportivo Guadalajara en las oficinas tras haber conseguido dos ascensos y dos heroicas permanencias jugando al fútbol. El partido se juega ahora en despachos y salas de vistas, las togas y los trajes sustituyen al pantalón corto y la bota, las resoluciones judiciales serán los goles y la victoria o derrota quedará al criterio de los jueces. El Deportivo, un equipo modesto, luchador, soñador, se juega su futuro ante rivales duros, peligrosos, en un choque feo en el que la verdad de los papeles, o no, determinará el resultado. Desproporcionada, cruel, injusta y malévola se antoja la resolución, recurrible y no definitiva por tanto, que hemos conocido con estupor esta semana. Aunque sea difícil es momento de confiar en la justicia con mayúsculas, de pensar que los abogados podrán tener la oportunidad de demostrar que el hacer del club no es merecedor de tan extrema medida, de tener calma y esperar que el sentido común lleve a una suspensión cautelar de la decisión anunciada en tanto y en cuanto no se llegue al fondo de la cuestión. Es decir, que si existe un mínimo de sentido común y la resolución no responde a un ataque preconcebido, el Deportivo debería salir la próxima temporada en Segunda División, mientras abogados y jueces examinan la documentación y llegan a una determinación ajustada a las leyes.
Los clubs deportivos en España, casi todos, como veíamos en un programa de televisión de máxima audiencia hace apenas un par de semanas, están en situación próxima a la quiebra y con deudas millonarias que ese mismo organismo que plantea echarnos del fútbol profesional está consintiendo. La ley debe ser igual para todos, poderosos y humildes y aunque parezca una utopía debemos luchar por ello. La ciudad no puede rendirse y sus políticos, todos, deben mediar y negociar donde sea necesario para que no se cometa lo que a nuestro juicio es solo una tropelía, un atropello, un abuso, una medida no ajustada a la realidad de los hechos. Es el momento de defender con uñas y dientes, en la calle, en las redes sociales y en los juzgados a nuestro Depor.