Automoción de censura

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

El comentario
Francisco Muro de Iscar Periodista
El mundo es como es. Sorprendente. Hay personas que engañan a su mujer con su amante y a su amante con su mujer. Eso pasa todos los días. Sólo conozco a uno que “engaña” a su mujer con su propia mujer. En política, las mociones de censura son un instrumento con una doble finalidad: echar al que gobierna porque ha perdido apoyos o exponer ante los ciudadanos que hay otra alternativa, otro programa, otra solución.
Rajoy se ha resistido a hacerlo porque sabía que no contaba con los apoyos imprescindibles. Lo sorprendente es que haya sido el presidente del Gobierno el que haya presentado una moción de censura contra el presidente del Gobierno. Esa es otra de las aportaciones de Zapatero a la vida democrática de España.

Agotado, sin ideas, presionado dentro y fuera de nuestras fronteras, Zapatero ha hecho un ejercicio calculado de supervivencia y ha traicionado todos sus postulados. Decía Fraga hace muchos años que “los socialistas sólo aciertan cuando rectifican”. Zapatero ha rectificado y no sabemos si acierta, si será capaz de reinventarse otra vez, si ha ganado tiempo para respirar o si, simplemente, ha vuelto a improvisar. No es fácil saber si estas medidas son las mejores o no. Seguramente se podían haber modulado de otra manera porque ni todos los funcionarios, donde hay muchos mileuristas, ni los pensionistas deben pagar los errores de los políticos. Y faltan por tomar otras muchas. Pero es el primer paquete de medidas que afecta al fondo del problema. La “sangre, sudor, esfuerzo y lágrimas” de Churchill es el antizapaterismo que ha puesto en marcha ZP. ¿Saldrán los sindicatos a la calle? ¿Se paralizará la Administración? ¿Iremos a una huelga general? Lo vamos a saber pronto.

El presidente hizo en el Congreso una terrible demostración de la soledad y el aislamiento en el que vive, de su propia debilidad y de la renuncia a sus principios, sin atreverse a confesar que se había equivocado y que no era capaz de mantener sus promesas. Desde hace tiempo todos los sabíamos menos él, enrocado en lo imposible. Y decidió seguir una máxima que utilizan los que no tienen principios: si no puedes vencer a tu enemigo, únete a él. Hasta ahora amagaba y daba marcha atrás casi inmediatamente. Ahora ya no es posible. El club en el que estamos, que nos ha salvado de muchas batallas, no permitirá un nuevo caso griego.

Europa y el mundo nos van a mirar con lupa. No hay marcha atrás. Pero, cuidado, quedan por tomar otras medidas importantes y falta hacer reformas de calado, como la laboral o financiera, que se van a hacer sí o sí; el PP tiene el suelo de cristal con el asunto Camps; en la patronal empieza la caza de Díaz Ferrán; y los sindicatos se la juegan. Ya veremos si ZP ha acertado o ha empezado a cavar su tumba política. Mientras no sea la de todos.