Ay Torito Bueno


Guadalajara, como otras ciudades castellanas orientadas a la agricultura, se vanagloria de ser una ciudad que en su ideario práctico tiene dos agostos, el titular de estío y un mes de septiembre donde las fiestas de los pueblos, la joda de la capital y la rebaba azudense, casi nos colocan casi en el otoño. Este 2025, con el capricho del calendario (y del Consistorio), entre vísperas, galas y octavas, tenemos 15 días naturales de eventos folkloricos de todo tipo en nuestra Arriaca. Si Maduro adelantó la Navidad al primero de octubre, aquí con el Festival Gigante ya inauguramos nuestro bochinche particular. ¡Viva Nuestra Señora de la Antigua! 

    Aunque lo más colorido de estos días son las 20+2 peñas que llenarán de música, diversión, montados y  espirituosos todos los rincones de nuestra metrópoli, la principal novedad es el cambio de trazado de los tradicionales encierros por la ciudad. En vez de subir la Carrera, los morlacos subirán la Calle Mayor alta para encontrarse con su antiguo recorrido en Santo Domingo para enfilar el Coso de las Cruces. Este cambio de criterio, anunciado con mucho tiempo de antelación por el actual equipo de Gobierno, ha sido recibido con satisfacción por la gran mayoría de la población. ¿Por qué? Porque independientemente del sentir animalista sobre el mundo del toro, es innegable que Guadalajara es taurina y no se entienden las fiestas patronales de la gran mayoría de municipios sin sus encierros, su tienta por el campo y sus calderetas posteriores. No es una postal al pasado, sino una herencia de nuestra castellanidad. El esfuerzo para conseguir que nuestra ciudad tenga un impacto económico parecido a los ya existentes en Pamplona y San Sebastián de los Reyes ha sido notable y no es para menos. Los informes más certeros cifran en 160 millones de euros de ingreso directo en la capital navarra, siendo el 50% nacional, 30% extranjero y 20% residente. Si se consigue un pedacito de esa afición (y de su bolsa) para nuestra hostelería y comercio local, bienvenido sea, porque nuestro casco histórico está necesitado de estímulos para hacer que Guadalajara sea un lugar de paso, estancia y residencia, no la gran desconocida de España salvo los días finales de nuestra semana grande donde nuestra hospitalidad y buen ambiente alimentan al sediento de todo el Corredor del Henares. Mi brindis por dicha apuesta, desde el punto de vista del análisis económico y mi promesa de ulterior valoración crítica. 

    Y este juicio con foco corto, no puede obviar la realidad de las luces largas. Llevamos más de la mitad de la legislatura y el resumen simplista del mandato vigente de la villa y corte, es el aumento del IBI y la apuesta por los toros. Ya. No me vienen a la cabeza muchas más iniciativas de calado a largo plazo de herencia para la ciudad. Ni Rojo ganó las elecciones por permitir que Simón llevara las ferias al centro, ni Guarinos las renovará por jalear que sus ediles llenen el Jardinillo de cuernos y pitones embolados. Las ferias son imprescindibles para la ciudad (somos la segunda ciudad de España que más peñistas tiene), pero seguimos teniendo a partir de otoño la necesidad de seguir remando por una ciudad de la cual tengamos orgullo de enseñar a nuestros amigos, vecinos y parientes no solo una hebdómana al año, sino el resto de 51 semanas. Reconozco que no me gusta vituperar por gusto, pero Juego de Tronos ya nos enseñó que el solio estaba hecho de espadas para que el gobernante no estuviera a gusto en el mando. Mientras tanto, disfruten de cada uno de los eventos, acudan a las calles, plazas y parques, disfruten del bocadillo de panceta, de Leiva y de María Becerra (el campo semántico es maravilloso), vigilen a Patxi del Buey en el Pregón, entren en las peñas de Guada City y respiren como estos días de esta ciudad sin ley, se convierten en el pulmón canículo de nuestra rutina anual. Y por favor, hagan un poco de patria, como diría mi querido Eduardo Diaz: salgan con su pañuelo morado al cuello en honor a nuestra ciudad, su patrona y sus gentes. ¿Queremos ser San Fermín de Castilla? Pues empecemos mañana hasta el Pobre de mí.