Ayatolas

05/10/2024 - 11:45 Jesús de Andrés

En febrero de 1979, tras 15 años de un dulce destierro que acabó en París, Jomeini, el ayatola de dura mirada y poblada barba blanca, regresó a Teherán.

 En el año largo que duró la revolución iraní había prometido una democracia, pero nada más tomar tierra quedó claro que su objetivo era conformar una teocracia islámica. Apenas unas semanas después, la víspera de la celebración del entonces Día Internacional de la Mujer Trabajadora, decretó la obligación de llevar velo, a lo que respondieron miles de miles de mujeres manifestándose el 8 de marzo. Jomeini, un integrista severo e inclemente, calificó la celebración de ‘invento occidental’ y se encargó de que, a partir de ese momento, no hubiera más celebraciones ni mujeres sin velo. Desde entonces, Irán es un país regido por clérigos fundamentalistas, guiado por principios religiosos, cuyo principal objetivo, más allá de la extensión de su fe, es acabar como sea con los valores y cultura occidentales. El yihadismo chií ha sido impulsado por el régimen iraní allí donde le ha sido posible, promoviendo atentados y alentando todo tipo de milicias y grupos terroristas. El mismo Jomeini eligió el nombre de Hezbolá (“Partido de Dios”) para el grupo paramilitar que organizó en el Líbano en 1982, al que ahora Irán defiende como a un hijo lanzando sus misiles.

Putin, que se frotaba las manos tras ver cómo Hamás desplazó la atención mundial de Ucrania a Gaza tras los atentados de hace un año, ve ahora cómo Israel bombardea una base rusa en Siria, cuyo gobierno es socio de Irán. En su intento por evitar que Ucrania, soberana y libremente, basculara del lado occidental, el presidente ruso ha acabado teniendo por grandes aliados a Irán y Corea del Norte, quienes le suministran drones y obuses. No cabe mayor alianza antioccidental, salvo que queramos poner una gota de humor con Maduro decretando el inicio de la Navidad un 1 de octubre. Pese al bombardeo de su base militar, pocas amenazas se atreve a hacer Putin, cuyo mayor temor es que occidente reaccione y apoye con firmeza y de una vez por todas a Ucrania. La derrota de Rusia, la caída del ayatola Putin, se hace necesaria para la pervivencia de las democracias occidentales, entre ellas la nuestra.

La muerte de Mahsa Amini a manos de la policía iraní, por no llevar el velo, provocó en 2022 la protesta de miles de mujeres que fueron capaces de poner en vilo al propio régimen islámico, obligado a sudar más de lo esperado para conseguir imponerse. Entre otras acciones, las mujeres que protestaban prendieron fuego a la casa natal del ayatolá Jomeini, el mismo que las condenó y que nos amenaza, él y sus secuaces, desde hace 45 años.