Ayudas para sobrevivir

Negocios con menos de un asalariado o pequeños comercios se convierten en el pilar de una economía como la alcarreña que empieza a transmitir la ralentización del mercado. En este marco, el pasado mes de mayo, la presidenta de la Diputación, María Antonia Pérez-León presentaba una nueva línea de ayudas, a las que se destinarían 70.000 euros y cuyo objetivo era el de potenciar la apertura de comercios y empresas en las zonas rurales. Una vez cerrado el plazo para presentar solicitudes han sido 160 negocios los que han optado a las ayudas que pueden llegar a los 2.400 euros anuales. No se puede obviar la importancia que estos establecimientos tienen en muchos de nuestros pueblos. En muchas de las zonas rurales es el bar o la tienda de turno los que se convierten en el contacto de muchos de los vecinos más mayores con el mundo exterior. Algo tan sencillo como comprar el pan, adquirir un sello o poder acceder a la prensa sólo se consigue a través de estos comercios polifacéticos que se convierten en un colmado con un poco de todo. Pero no sólo tienen esa función social sino que además son fuentes de empleo que permiten fijar población y colaboran en el desarrollo de los pueblos. Si bien es cierto que ya existían ayudas de este tipo lanzadas desde el Gobierno central, la iniciativa se concebía como algo totalmente novedoso. Tanto es así, que hasta los pequeños agricultores han considerado que ese apoyo provincial debía llegar al campo no sólo en forma de dinero para las empresas y el comercio sino también en forma de subvención a la actividad agrícola. Quizá se ha abierto la caja de Pandora, pero los recursos de la Diputación son los que son y ahí podríamos hablar mucho sobre la financiación y las competencias, pero ese es otro tema.