Basagoiti, el candidato
01/10/2010 - 09:45
PUNTO DE VISTA
LUIS DEL VAL,
PERIODISTA
Ni Basagoiti, ni Rajoy, ni el secretario general del PP vasco, ni los presidentes provinciales tuvieron a bien recordar a la ex presidenta.
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Mientras los nacionalistas de Ibarretxe y sus socios del tripartito lamentaban en Vitoria su acto fallido del 25-O (el referéndum que nunca existió), el PP vasco aprovechaba el 25-O (aniversario de la aprobación del Estatuto de Guernika) para fletar la candidatura de Antonio Basagoiti como aspirante a lehendakari en las próximas elecciones autonómicas, que se celebrarán con toda probabilidad el próximo mes de marzo. Del discurso desplegado este último fin de semana por el nuevo líder del PP vasco, concretado en una intervención del viernes en Vitoria ante un centenar de dirigentes, con asistencia de Rajoy, y otra del domingo en San Sebastián para lanzar su candidatura, conviene señalar algunos aspectos significativos y novedosos respecto al discurso de su antecesora.
Por cierto, María San Gil brilló por su ausencia. No solo la física. Me refiero a la ausencia de referencias en las intervenciones. Ni Basagoiti, ni Rajoy, ni el secretario general del PP vasco, ni los presidentes provinciales tuvieron a bien recordar a la ex presidenta. El detalle no ha pasado inadvertido a los analistas. Se interpreta como la confirmación de un golpe de timón. El nuevo rumbo se propone evitar en lo posible la imagen bronca del PP en esta comunidad histórica. Debemos construir un puente ancho y fuerte para que los vascos que no nos conocen puedan cruzarlo, dice Basagoiti, cuyo modelo político sería el de la UPN de Sanz, es decir, una cierta autonomía respecto al discurso del PP en clave nacional y una mayor adaptación del partido a las coordenadas políticas propias del País Vasco.
Esta pretensión debe hacerse compatible con el esfuerzo político de desalojar a los nacionalistas del poder, después de treinta años de poder institucional ininterrumpido. Una pretensión si no concertada con los socialistas -imposible repetir ahora el modelo frentista de 2001-, al menos compartida. Al margen de las dinámicas electorales que han de ser forzosamente diferenciadas. En todo caso, Patxi López y Antonio Basagoiti no pueden olvidar que todo lo que conduzca a achicar el espacio político de los nacionalistas forma parte de los bienes gananciales de socialistas y populares.
Los dos comparten la esperanza de ver pronto un gobierno constitucionalista en Vitoria. Y la traicionaría quien, pudiendo evitarlo, permita que la aritmética del poder volviera a caer del mismo lado del PNV. Otra cosa es la pugna normal de una campaña, orientada a mejorar la cosecha electoral propia. En esa pugna se incluye, por ejemplo, la advertencia de Basagoiti respecto a que los votos socialistas puedan acabar en la mochila del PNV. Si la difusión de esa sospecha sirve para fijar el compromiso de los socialistas con la causa de un verdadero cambio en el País Vasco, mejor que mejor.
Por cierto, María San Gil brilló por su ausencia. No solo la física. Me refiero a la ausencia de referencias en las intervenciones. Ni Basagoiti, ni Rajoy, ni el secretario general del PP vasco, ni los presidentes provinciales tuvieron a bien recordar a la ex presidenta. El detalle no ha pasado inadvertido a los analistas. Se interpreta como la confirmación de un golpe de timón. El nuevo rumbo se propone evitar en lo posible la imagen bronca del PP en esta comunidad histórica. Debemos construir un puente ancho y fuerte para que los vascos que no nos conocen puedan cruzarlo, dice Basagoiti, cuyo modelo político sería el de la UPN de Sanz, es decir, una cierta autonomía respecto al discurso del PP en clave nacional y una mayor adaptación del partido a las coordenadas políticas propias del País Vasco.
Esta pretensión debe hacerse compatible con el esfuerzo político de desalojar a los nacionalistas del poder, después de treinta años de poder institucional ininterrumpido. Una pretensión si no concertada con los socialistas -imposible repetir ahora el modelo frentista de 2001-, al menos compartida. Al margen de las dinámicas electorales que han de ser forzosamente diferenciadas. En todo caso, Patxi López y Antonio Basagoiti no pueden olvidar que todo lo que conduzca a achicar el espacio político de los nacionalistas forma parte de los bienes gananciales de socialistas y populares.
Los dos comparten la esperanza de ver pronto un gobierno constitucionalista en Vitoria. Y la traicionaría quien, pudiendo evitarlo, permita que la aritmética del poder volviera a caer del mismo lado del PNV. Otra cosa es la pugna normal de una campaña, orientada a mejorar la cosecha electoral propia. En esa pugna se incluye, por ejemplo, la advertencia de Basagoiti respecto a que los votos socialistas puedan acabar en la mochila del PNV. Si la difusión de esa sospecha sirve para fijar el compromiso de los socialistas con la causa de un verdadero cambio en el País Vasco, mejor que mejor.