Bélgica es una hipótesis
27/01/2011 - 00:00
Los belgas fueron a las urnas hace unos siete meses, pero los partidos todavía no se han puesto de acuerdo para formar gobierno, y están así como hace tiempo estuvieron los italianos. Lo que ocurre es que a los italianos se les concede más capacidad para improvisar, mientras los belgas se sospecha que no están tan preparados. Todo esto son prejuicios, pero lo que no es un prejuicio es que el
país donde tiene su sede la Unión Europea no tiene Gobierno, que es algo así como si Madrid, capital del Estado, llevara más de medio año sin alcalde, sin presidente de la Comunidad, y sin saber si los de Aranjuez Libre se pondrán de acuerdo con el PIT (Partido Independiente de Torrelodones) o con el PAM (Paisanos Asociados de Móstoles), añadiendo el detalle de que los de Móstoles hablaran valón, los de Torrelodones flamenco y, por fin, estuvieron los PIM
(Partido Independiente de Madrid) empeñados en hablar castellano.
Esto no es un guión escrito por el ingenioso Albert Boadella, sino una realidad deslumbrante, donde un continente con anhelos de unidad, tiene su domicilio en un país que quiere dejar de serlo. Y, encima, tienen un rey, un rey de valones, flamencos, afrancesados y adheridos de última hora, que no sabe qué hacer ante el despropósito de los políticos.
Los políticos existen para resolver los problemas de los ciudadanos, pero en muchísimas ocasiones, como ocurre en Bélgica, parecen inventados para crear problemas. Los problemas creados por los políticos son de tal dimensión que han logrado que Bélgica en lugar de ser un país sea sólo una hipótesis. ¿La Unión Europea puede tener la razón social en una hipótesis? De momento, sí, pero este es el punto en el que los contribuyentes, o sea, los que no sólo votan, sino que pagan el sueldo de los que son elegidos, se pregunten para qué sirven los políticos. Y los políticos, que ignoran tanta Historia como la que reclaman saber para sus batallitas nacionalistas, olvidan que las dictaduras suelen crecer en estas circunstancias