Blancas y negras
10/10/2011 - 00:00
Las dudas sobre la banca europea sobrevolaron esta semana las bolsas. Muchas entidades van Las respectivas actuaciones estelares de los candidatos en liza, Rubalcaba en Orense y Rajoy en Málaga, clavetearon sus respectivas estrategias electorales el pasado fin de semana. El aspirante socialista volvió a presentar a las autonomías gobernadas por el PP, con dedicatoria especial a Galicia, como avanzadillas de la demolición del Estado del Bienestar.
Y el líder "popular" se volvió a mostrar generoso en su declaración de intenciones y parco en sus propuestas.
También se reconfirmó otra de las características de esta precampaña electoral del 20-N. Me refiero a los denodados esfuerzos de Rubalcaba por hacerse el encontradizo con Rajoy y los de Rajoy por evitarlo. Lógico. Como en el ajedrez, el candidato socialista juega con blancas, está obligado a tomar la iniciativa, a atacar las posiciones del adversario.
En cambio el líder del PP juega con negras. Después de haber ganado todas las partidas en las encuestas y en la percepción general de los ciudadanos, lo suyo es esperar sin arriesgar.
Rubalcaba pide a los votantes que descifren los silencios de Rajoy en la locuacidad de otros, como Núñez Feijóo, Esperanza Aguirre, Javier Arenas, Dolores de Cospedal o González Pons. Una forma de descubrir que "PP y PSOE no son lo mismo". Otra de las coordenadas fijas en la hoja de ruta del candidato socialista: inculcar en el electorado la idea de que en estas elecciones más que nunca, y ante el sesgo de la crisis económica que nos atenaza, el desenlace será ideológico. Es decir, con recetas claramente de derechas o claramente de izquierdas.
En cuanto a la actuación estelar de Mariano Rajoy en la convención política del PP celebrada este fin de semana en Málaga, todas las referencias mediáticas la presentan con rara unanimidad como un evento aclamatorio del presidente del Gobierno "in péctore" pero sin propuestas concretas, aunque la reunión se había pensado como precursora del programa electoral del partido. Los barones y dirigentes del PP se deshicieron en elogios al candidato pero no hubo propuestas programáticas. Se ha decidido dejarlo para más adelante.
A Rajoy le cuadra el chiste de la escultural rubia que parecía muda. Tenía un defecto en la voz que ridiculizaba su expresión verbal y no quería delatarse. Mejor callada, porque si habla la caga, dice el chiste. Aunque la rubia no era idiota la táctica tiene fecha de caducidad. Antes o después no le quedará otra que hacer uso de la palabra, previo paso por el logopeda.
La afonía de Rajoy es selectiva. Depende, diría él. Mientras las apuestas le pongan en Moncloa sin bajarse del autobús, mejor ser generoso en intenciones y parco en compromisos. Es lógico. A cierto dirigente socialista le he escuchado: "Yo también haría lo mismo".