Bulos y mentiras
No sólo los involucrados en los conflictos bélicos juegan con la información en términos propagandísticos, no sólo intentan que su punto de vista se imponga sobre el de su adversario, es que además aquella se ha convertido en un arma más a disposición de los combatientes
Sigo en detalle, desde hace meses, dos acontecimientos históricos: las invasiones de Ucrania por parte de Rusia y la de la franja de Gaza por Israel. Cada noche, cuando me es posible, busco en algunas cuentas de X (antes Twitter) y en algunos canales de YouTube, noticias de lo ocurrido, opiniones especializadas y puntos de vista complementarios. No es mi intención profundizar ahora en ambos conflictos, ya lo he hecho en otras ocasiones, pero sí destacar un fenómeno del que resulta imposible desprenderse: a pesar de las posibilidades técnicas existentes, del fácil acceso a la información de la mayor parte de la ciudadanía, de la abundancia de imágenes que nos muestran parte de lo que en ambos lugares ocurre, a pesar de todo ello, el nivel de desinformación es abrumador. No sólo los involucrados juegan con la información en términos propagandísticos, no sólo intentan que su punto de vista se imponga sobre el de su adversario, es que además aquella se ha convertido en un arma más a disposición de los combatientes. Unos y otros intentan condicionar a la opinión pública de terceros países y doblegar o reforzar el apoyo de sus élites.
Recordarán la noticia porque es de hace apenas una semana: un avión ruso, un Ilyushin Il-76, fue derribado en la región de Bélgorod, fronteriza con Ucrania. La noticia del derribo fue imposible de ocultar, pues había testigos e imágenes grabadas por viandantes, pero lo que para unos, los ucranianos, fue tumbar una nave que transportaba misiles, para otros, los rusos, fue un tiro en el pie de su enemigo ya que transportaba a 65 militares prisioneros que iban a ser intercambiados. ¿Quién dice la verdad? Ante la escasez de información fiable y el juego acostumbrado de ambos contendientes, los periodistas poco pueden hacer. Recordarán también que hace ya unas cuantas semanas, en octubre, nada más iniciarse la ofensiva en Gaza, fue noticia que Israel había bombardeado el hospital Al Ahli causando 650 muertos. Las cifras oficiales de lo que allí ocurre las da el ministerio de Sanidad de Gaza, controlado, como todo, por el grupo terrorista Hamás. En este caso se pudo demostrar gráficamente que no hubo tal bombardeo, tan sólo había caído un proyectil en el aparcamiento, pero poco importó: ni se cambió la versión oficial ni se descontó la cifra de muertos del listado. En ambos sucesos, al final, cada uno creyó lo que quiso creer.
Se miente. Se miente de forma constante, intencionadamente. El ser humano tiende a creer cualquier mentira siempre y cuando coincida con su ideología, generando el bienestar que se asocia a la falta de disonancia, a tener razón. Nos manipulan con bulos y mentiras, y nosotros tan contentos.