Cambio de hora
El debate está ahí, sobre la mesa, como lo está el del huso horario en que se encuentra España desde que en 1940 se decidiera adoptar el que tenía entonces la Alemania nazi.
Así reza,Una vez más, aunque podría ser una de las últimas, volvemos a cambiar de hora. Lo venimos haciendo dos veces al año, en otoño y primavera, desde 1974, cuando la crisis del petróleo obligó a buscar fórmulas para ahorrar energía. Anteriormente, desde 1918, también debido a la crisis que desencadenó la Primera Guerra Mundial, se había cambiado ocasionalmente algún año, pero sin continuidad, y dejó de hacerse en 1949. Los expertos no se ponen de acuerdo sobre si en el fiel de la balanza pesa más el supuesto ahorro de electricidad o los trastornos de salud que ocasiona. De ahí que no sean capaces de determinar la conveniencia o no de mantener esta reciente costumbre.
Quienes sí parecen tenerlo más claro son los ciudadanos, cansados de ajustar sus biorritmos a los movimientos artificiales de las horas. La Unión Europea realizó este año una macroconsulta voluntaria a través de internet en la que más del 80% de los participantes expresó su deseo de no modificar la hora, de mantener el horario fijo. Anunciado el resultado, la Comisión Europea señaló que, aunque la decisión final es de cada Estado, su intención es que el último cambio horario sea en marzo de 2019 para quienes quieran quedarse en el horario de verano y en octubre, dentro de un año, para los que prefieran definitivamente el horario de invierno.
Aunque vivimos en un país bendecido por el sol que –por ello– sabe vivir la noche y la disfruta como nadie, la mayor parte de los españoles prefiere la luz, los días largos. Nadie o casi nadie anhela esas tardes de invierno en que la luz se esfuma enseguida y la noche cae a plomo. Por ello, cuando se pregunta así, a bote pronto, todo el mundo prefiere el horario de verano sin tener en cuenta que el planeta gira y que mantener uno u otro horario tendrá beneficios pero también algunos costes, que nada es gratis. De mantenerse el horario de verano nos encontraremos con que en invierno amanecerá mucho más tarde, obligándonos, sobre todo en determinadas zonas de España, a comenzar la jornada laboral y escolar aún de noche. De mantenerse el horario de invierno habrá que decir adiós a esas interminables tardes luminosas del verano.
El debate está ahí, sobre la mesa, como lo está el del huso horario en que se encuentra España desde que en 1940 se decidiera adoptar el que tenía entonces la Alemania nazi, que nos aleja de los horarios de nuestros vecinos y nos hace tener esos horarios tan extraños –a los ojos de los extranjeros– que tenemos. Mientras los expertos deshojan la margarita, aprovechen la hora de más que tendrá este fin de semana para reflexionar sobre sus preferencias… o para dormir plácidamente. Ojalá todos nuestros problemas fueran como este.