Campoamor, escritor de paisajes

10/12/2017 - 13:29 Jesús de Andrés

Jesús Campoamor escribe paisajes en el lienzo.

Jesús Campoamor es pintor. Su lenguaje es el pincel. En la presentación de su última exposición, en Azuqueca de Henares –ciudad en la que vivió más de 20 años–, explicó que no le gusta hablar de su obra ni de sus cuadros, que prefiere no condicionar al espectador, darle libertad para que interprete por sí mismo. Sin embargo, pocos pintores están tan vinculados a la palabra como él. A la inauguración acudieron más escritores que pintores –allí estuvieron Ramón Hernández y José Antonio Suárez de Puga, entre otros–, y junto a sus cuadros no faltó la palabra de otros escritores amigos: Cela, Manu Leguineche, Javier Reverte…
    Jesús Campoamor es poeta. Su sintaxis es el color. Su pintura se recrea en los paisajes de la Campiña y la Alcarria: en las vistas desde el Tejar de la Mata, desde la que fue casa de Manu Leguineche, o en el horizonte alcarreño, donde siempre resuena Cela. En ocasiones, algún lienzo introduce recuerdos de ciudades, la nostalgia de algún viaje –Estambul, Nueva York, Venecia…–, pero regresa siempre a la tierra. Su pintura tiene poco de figurativa, la presencia del hombre apenas se intuye en los surcos que trazan las colinas, en los olivares minimalistas de los escarpes hacia el llano. Tan sólo algunos accidentes geográficos dan cuenta de su ubicación: el Ocejón, la Muela de Humanes, las Tetas de Viana o el castillo de Atienza, más orografía que ninguno.
    Jesús Campoamor tiene un lenguaje propio, un estilo personal y reconocible, algo sólo al alcance de los mejores. Así como descubrimos de inmediato la luminosidad de Sorolla o la deformidad e ingravidez de los personajes de El Greco, así como –entre nosotros– reconocemos a Fermín Santos en el tenebrismo de su última etapa o Carlos Santiesteban en el surrealismo cándido y colorista, en Campoamor distinguimos el paisaje llevado al extremo, a su mínima manifestación, en ocasiones monocromático, casi minimalista, simbólico, en el que impresiona su expresión.
    Jesús Campoamor escribe paisajes en el lienzo. Dibuja en tonos fríos un océano de tierra malva que no sabemos si es tormenta o recuerdo de lavanda. O un horizonte cálido, del rojo al amarillo, que es puesta de sol y tierra incendiada a la vez. Pero también escribe negro sobre blanco: ha dado a la imprenta algunos de sus poemas, participa en festivales de poesía como los Versos a Medianoche, y ha publicado obra narrativa como El milagro de la bella Evangelina. De su proceso de creación dice, en uno de sus poemas, que sueña con lienzos inmortales, que pinta paisajes que le crecen, que le salen de dentro. Como bien dijo Cela de él, Campoamor “cumple con el designio del arte que manda dar cuerpo al espíritu y mover el mundo con el ala tenue del alma”. Pueden disfrutarlo en Azuqueca, en la Casa de Cultura, hasta el próximo 19 de diciembre.