Carne de urna

01/11/2019 - 17:49 Antonio Yagüe

Cierto que, como sentenció el viejo profesor Tierno, “las promesas electorales están para no cumplirse”.

 No han cambiado las posiciones, ni los discursos, ni las triquiñuelas de los equipos de campaña y, lo que es más llamativo, ni uno solo de los protagonistas es diferente. Eso sí, se han colado bazas fanáticas sobre Franco, más Cataluña, la crisis y la disputa de los votos de Ciudadanos. En el fondo nos encanta que haya elecciones. Salta a la vista que España sería mucho peor sin ellas. Ya se vio cuando mandaron dictadores. En democracia, los políticos prometen sus cosas en las campañas y no tienen más remedio que cumplir mejor o peor lo que dijeron, para volver a presentarse.

Cierto que, como sentenció el viejo profesor Tierno, “las promesas electorales están para no cumplirse”. Y que se dan  exageraciones, como la que se atribuye a Romanones cuando en el calor de un mitin prometió construir un puente en Amayas, como había hecho antes en Villel de Mesa y Mochales. Alguien le observó: “¡Si no tenemos río, señor!”. “Pues se lo traeremos”, sentenció el famoso conde.

En la comarca abundan flagrantes promesas incumplidas como la de Page de arreglar la carretera Anquela del Ducado-Turmiel, devenida en vía tercermundista. O la de sus antecesores Barreda y Cospedal, con consejeros, diputados provinciales y alcaldes del montón, de construir un parador que no llegará a fonda. Por no hablar de la autovía fantasma Alcolea del Pinar-Monreal del Campo.

Los políticos creen que votamos al tuntún, muy mal. Un colega burlón observa que en este país tan de pedir carnés para casi todo, resulta que no hay ni un cursillo que acredite la capacidad de los candidatos ni de quienes acudimos a las urnas. Propone un carné que mida aptitudes y actitudes de los políticos, experiencia, conocimientos y nivel de coherencia. Y otro para votantes con un examen que capacite para elegir alcalde, presidente autonómico, del Gobierno o al Parlamento Europeo. Algo similar al carné de conducir, para motos, coches, buses y vehículos pesados.

Con este sistema podría mejorar la calidad democrática y los populismos quedarían retratados en las urnas por unos electores conscientes y consecuentes. Pero me temo que volveremos a ser carne (sin tilde) de votar, si tras hacerlo el próximo 10N por cuarta vez en cuatro años nuestros mediocres políticos no llegan a un acuerdo. Al tiempo.