Castilla-La Mancha una comunidad con futuro, una tierra por la que vale la pena ilusionarse
01/06/2012 - 10:34
Cada año, el calendario nos convoca a celebrar el Día de Castilla-La Mancha, que en nuestro caso no conmemora una lejana fecha de la historia con ecos grandilocuentes o belicosos sino el día pacífico y feliz, y no por eso menos trascendente, en que la iglesia toledana de San Pedro Mártir acogió la sesión constitutiva de las Cortes de Castilla-La Mancha, el 31 de mayo de 1983. La decisión de instituir para día regional esta fecha pragmática y a-histórica lleva implícito un claro mensaje: que nuestra Autonomía quiere mirar más al futuro que al pasado.
El Día de Castilla-La Mancha es, por definición, el día en que los castellano-manchegos celebramos festivamente nuestra identidad colectiva, y este hecho, simple en apariencia, tiene para Castilla-La Mancha un significado especial por cuanto en la etapa fundacional autonómica las provincias que hoy componen nuestra Comunidad Autónoma estaban lejos de sentirse integradas en un proyecto político común más allá de su identidad española. Los avatares históricos habían determinado durante siglos que esta parte de España que hoy llamamos con naturalidad Castilla-La Mancha se mantuviera disgregadas, conformando diversas entidades administrativas. Hasta que, partiendo de la Constitución de 1978, una serie de decisiones resueltas exitosamente marcaron un antes y un después para nuestra tierra, dotándonos de una entidad política y de una voz propia que han resultado decisivas para el desarrollo de nuestras potencialidades económicas y sociales.
Aunque los primeros pasos no estuvieron exentos de incertidumbre, tras un recorrido que ya roza las tres décadas, la realidad presente nos muestra una Castilla-La Mancha plenamente consolidada, con vigorosa conciencia de su identidad y, lo más importante, decidida a seguir conquistando el futuro desde su condición de Comunidad Autónoma, sin perder la perspectiva de su condición de española.
En esta conquista gradual de la conciencia regional, las Cortes de Castilla-La Mancha han supuesto un punto de referencia básico y un motor de incesante impulso. Pero sin duda, el factor clave ha sido la constatación, por parte de los castellano-manchegos, de la utilidad y eficacia de los instrumentos de autogobierno, plasmadas en las cotas alcanzadas de desarrollo y bienestar.
En 1983 el pueblo castellano-manchego manifestó en las primeras elecciones autonómicas su deseo de forjar su propio destino dentro de la unidad de España, y hoy vemos conformarse a Castilla-La Mancha como una comunidad autónoma pujante, de cuyo desarrollo, forjado con esfuerzo y trabajo, nos sentimos orgullosos.
La causa y fundamento de estas conquistas sociales y económicas radica en el trabajo y el esfuerzo de los castellano-manchegos pero no se explicarían sin una institución como las Cortes de Castilla-La Mancha, instrumento esencial del autogobierno, que a través de sus funciones legislativa y de control ha centrado los debates políticos de nuestra Autonomía.
No obstante, el camino de nuestras legítimas aspiraciones de progreso es aún largo, y el esfuerzo en conseguirlas debe ser constante. No son pocos ni pequeños los problemas por los que atravesamos en la etapa presente, inmersos como estamos en la crisis económica, pero estas dificultades no desmienten que la etapa que abrió la Autonomía es la más fructífera que ha disfrutado esta tierra tanto tiempo olvidada.
Un día como hoy, en que celebramos nuestra identidad de castellano-manchegos, es una fecha para la fiesta y la alegría, pero también es una buena ocasión para detener el paso y, como el viajero que se para al borde del camino, dedicar un instante a observar el trayecto recorrido, reflexionar sobre nosotros mismos y reafirmarnos en nuestro derecho a seguir conquistando nuevas metas de futuro. Porque, por mucho que sea lo andado, Castilla-La Mancha es y será siempre una empresa inacabada, llena de retos por cumplir que exigen lo mejor de nosotros mismos.
En medio de la crisis económica que nos golpea tan dolorosamente, debe servirnos de estímulo pensar que ningún problema será nunca mayor que nuestro espíritu de superación, del cual siempre hemos sacado nuestras fuerzas, y las seguiremos sacando para alcanzar cuantas metas queramos proponernos.
Quisiera que todos los ciudadanos de Castilla-La Mancha vivan este día de fiesta regional, el Día de Castilla-La Mancha, con la alegría y el orgullo de habitar una tierra por la que vale la pena ilusionarse.
El Día de Castilla-La Mancha es, por definición, el día en que los castellano-manchegos celebramos festivamente nuestra identidad colectiva, y este hecho, simple en apariencia, tiene para Castilla-La Mancha un significado especial por cuanto en la etapa fundacional autonómica las provincias que hoy componen nuestra Comunidad Autónoma estaban lejos de sentirse integradas en un proyecto político común más allá de su identidad española. Los avatares históricos habían determinado durante siglos que esta parte de España que hoy llamamos con naturalidad Castilla-La Mancha se mantuviera disgregadas, conformando diversas entidades administrativas. Hasta que, partiendo de la Constitución de 1978, una serie de decisiones resueltas exitosamente marcaron un antes y un después para nuestra tierra, dotándonos de una entidad política y de una voz propia que han resultado decisivas para el desarrollo de nuestras potencialidades económicas y sociales.
Aunque los primeros pasos no estuvieron exentos de incertidumbre, tras un recorrido que ya roza las tres décadas, la realidad presente nos muestra una Castilla-La Mancha plenamente consolidada, con vigorosa conciencia de su identidad y, lo más importante, decidida a seguir conquistando el futuro desde su condición de Comunidad Autónoma, sin perder la perspectiva de su condición de española.
En esta conquista gradual de la conciencia regional, las Cortes de Castilla-La Mancha han supuesto un punto de referencia básico y un motor de incesante impulso. Pero sin duda, el factor clave ha sido la constatación, por parte de los castellano-manchegos, de la utilidad y eficacia de los instrumentos de autogobierno, plasmadas en las cotas alcanzadas de desarrollo y bienestar.
En 1983 el pueblo castellano-manchego manifestó en las primeras elecciones autonómicas su deseo de forjar su propio destino dentro de la unidad de España, y hoy vemos conformarse a Castilla-La Mancha como una comunidad autónoma pujante, de cuyo desarrollo, forjado con esfuerzo y trabajo, nos sentimos orgullosos.
La causa y fundamento de estas conquistas sociales y económicas radica en el trabajo y el esfuerzo de los castellano-manchegos pero no se explicarían sin una institución como las Cortes de Castilla-La Mancha, instrumento esencial del autogobierno, que a través de sus funciones legislativa y de control ha centrado los debates políticos de nuestra Autonomía.
No obstante, el camino de nuestras legítimas aspiraciones de progreso es aún largo, y el esfuerzo en conseguirlas debe ser constante. No son pocos ni pequeños los problemas por los que atravesamos en la etapa presente, inmersos como estamos en la crisis económica, pero estas dificultades no desmienten que la etapa que abrió la Autonomía es la más fructífera que ha disfrutado esta tierra tanto tiempo olvidada.
Un día como hoy, en que celebramos nuestra identidad de castellano-manchegos, es una fecha para la fiesta y la alegría, pero también es una buena ocasión para detener el paso y, como el viajero que se para al borde del camino, dedicar un instante a observar el trayecto recorrido, reflexionar sobre nosotros mismos y reafirmarnos en nuestro derecho a seguir conquistando nuevas metas de futuro. Porque, por mucho que sea lo andado, Castilla-La Mancha es y será siempre una empresa inacabada, llena de retos por cumplir que exigen lo mejor de nosotros mismos.
En medio de la crisis económica que nos golpea tan dolorosamente, debe servirnos de estímulo pensar que ningún problema será nunca mayor que nuestro espíritu de superación, del cual siempre hemos sacado nuestras fuerzas, y las seguiremos sacando para alcanzar cuantas metas queramos proponernos.
Quisiera que todos los ciudadanos de Castilla-La Mancha vivan este día de fiesta regional, el Día de Castilla-La Mancha, con la alegría y el orgullo de habitar una tierra por la que vale la pena ilusionarse.