Castilla-La Mancha y el tsunami.
21/05/2011 - 14:37
Castilla-La Mancha, mi tierra, se ha convertido en la novia que todos pretenden, en ese oscuro objeto de deseo que los dos grandes partidos quieren ofrecer como trofeo de la victoria. Nunca antes este rincón de España -en el que 1.544.397 personas podrán votar en este 22-m- había sido objeto de tantas miradas y nunca antes la habrían visitado gente tan principal. Los castellano manchegos somos gente trabajadora y honrada, austera y poco dada a los aspavientos, por lo que tampoco nos dejamos llevar fácilmente por las palabras huecas y sí tenemos muy en consideración las promesas incumplidas. Nos gustan las cosas bien hechas que bien parecen y también que la gente "vaya de frente y por derecho", como decimos aquí.
Ver que mi tierra ha sido motivo un día sí y otro también de las portadas de los periódicos y la apertura de los telediarios ha sido como una rara sensación gratificante o inquietante, según los casos... Hasta ahora cuando se acercaban las elecciones todos ponían su foco bien en las autonomías históricas: Cataluña, País Vasco y Andalucía, bien en los grandes ayuntamientos como Madrid y Barcelona, por eso me ha resultado extraño que todos miren, en esta ocasión, a esta tierra unos como el feudo a mantener o como el bastión a conquistar. Castilla-La Mancha se ha convertido en la madre de todas las batallas y de lo que aquí ocurra cuando se abran las urnas tendremos al ganador o perdedor de las elecciones. Por eso desconfío y temo que cuando se apaguen los focos y se cierren las cámaras todo se diluya como un azucarillo en un vaso de agua.
Decía mi buen amigo Miguel Ángel Mellado que si María Dolores de Cospedal gana vaticinaba dos futuribles, unidos como la cara de Jano: que será una buena presidenta y que no se hará vieja en Castilla-La Mancha, porque en ese caso sería una valor en alza con destino hacia La Moncloa. Tal vez el diagnostico sea certero, pero si eso ocurre los ciudadanos de esta tierra, gente honrada y austera no queremos gente de paso sino de compromiso. No queremos la foto de un instante, sino la constancia y la permanencia de los proyectos para juzgarlos.
En cuanto a Barreda, si gana, tendrá que demostrar que su demonización de ZP, su "vade retro" hacia lo que representa el inquilino de la Moncloa, su desplante a la mano que le ha dado de comer, no era solo una estrategia del último minuto, sino una convicción de que las cosas pueden y deben hacerse mejor por encima del partidismo miope y barato. En una ocasión el presidente definió a Toledo- la ciudad donde nací y donde vivo- como un libro escrito en piedra donde leer la historia de España y es cierto. Lo que ocurre es que en este espacio de civilizaciones donde se acumula la memoria colectiva de muchas generaciones a través de los siglos, el presente y el futuro es lo que cuenta aunque estemos orgullosos de nuestro pasado. Si pierde todos dirán que el cambio de España ha empezado en Castilla-La Mancha, pero los espejismos a un año vista no son buenos consejeros.
La victoria o la derrota en este 22-M pueden ser cosas pasajeras si los dos grandes partidos no analizan con atención las protestas de los indignados del 15-M y si algunos intentan llevarse el agua a su molino con este tsunami de la sociedad civil. Muchas de sus reivindicaciones son compartidas por la mayoría de los ciudadanos y mas allá de que otras puedan ser meras aspiraciones utópicas, hacer como que nada está ocurriendo es no querer ver la realidad. Precisamente para que esa realidad que nos gusta tan poco cambie, hoy las urnas tienen que llenarse de votos y convertir esta jornada en la auténtica fiesta de la democracia donde cada uno de nosotros con su acción de votar puede conseguir modificar un poco lo que de anquilosado tiene el sistema. Tal vez los del 15-M -gente de buena fe y de todas las ideologías, clase y condición- se hayan subido a lomos de la utopía pero ¡ojo con los pescadores de río revuelto¡ no vaya a ser que la corriente les arrastre. Por eso hay que votar para no caer en la desesperanza y el desistimiento...