Catalanas, sin novedad

26/11/2010 - 00:00 Antonio Casado

Las elecciones catalanas de este domingo se celebran con los principales elementos de análisis cantados con antelación. Son tres los fundamentales para descifrar el recuento de la noche electoral. Uno, la muerte del tripartito, sin posibilidad de reinventarse. Dos, el desahogado triunfo de CiU, aunque sin llegar a la mayoría absoluta, lo que ya nos permite hablar de Artur Mas como el próximo presidente de la Generalitat. Y tres, un escandaloso índice de abstención, que batirá el récord en unos comicios de carácter autonómico. Esta plantilla fija, impuesta por la aritmética de los sondeos por mucho margen de error que se les quiera endosar, solo nos deja especular sobre la política de alianzas. Empezando por la de la misma sesión de investidura, respecto a la cual únicamente podemos dudar sobre si Artur Mas será investido por mayoría absoluta en la primera sesión o si hará falta una segunda para obtener la confianza por mayoría simple. No es en absoluto probable la primera hipótesis. Los antecedentes no invitan a suponer que CiU pueda o quiera negociar los 6-7-8-9 escaños que le faltarán para salir investido en la primera votación por mayoría absoluta. No tiene ninguna necesidad, sabiendo que es políticamente imposible un alineamiento del resto de los partidos en el "no". Así que esperará a una segunda votación (la normativa electoral catalana le permite intentarlo hasta cinco veces, aunque no hará falta) para salir elegido por mayoría simple. Le bastaría con la abstención del PP, que es lo más probable. Incluso sin reclamársela al partido de Mariano Rajoy, a fin de no deberle nada a un partido tan mal visto por el electorado nacionalista de Artur Mas. Todo lo cual se puede predicar también de ERC. También puede optar por la abstención sin que CiU tenga que negociarlo. De ese modo, y por distintas razones, tanto el PP como ERC dejarían la puerta abierta a abierta a una futura colaboración con el nuevo Gobierno. Y Artur Mas, encantado de aplicar la consabida geometría variable en su gestión. Para asuntos económicos, más con el PP. Para asuntos identitarios, con los nacionalistas de ERC. Y enfrente, los socialistas de Montilla -o quien le sustituya como líder, o lideresa, del PSC-, que vuelven a la oposición siete años después. De manera que el PP está abocado a apoyar a Artur Mas a cambio de nada. Y nada le va a ofrecer Mas, sabedor de que a Sánchez Camacho no le queda otra. Ahí empezarán a crearse las condiciones para la reinserción del PP en el paisaje político catalán. Y estarán creadas si el PP gana las elecciones generales de 2012 y necesita a CiU como costalero parlamentario en el Congreso de los Diputados.