Cayetana de Alba, genio y figura

25/08/2011 - 00:00 Rosa Villacastín

 
Por fin Cayetana de Alba podrá hacer realidad su sueño de contraer matrimonio con Alfonso Diez. El enlace tendrá lugar el 5 de octubre en el sevillano Palacio de Dueñas, donde la duquesa pasa la mayor parte del año por su cercanía con la gente y porque es ahí donde viven algunas de sus mejores amigas y cómplices de un romance que ha hecho correr ríos de tinta por la exposición pública de la pareja, por la diferencia de edad de los novios, pero sobre todo porque son muchos, entre ellos los hijos de la aristócrata, que desconfiaban de ese amor repentino de Alfonso Diez por una mujer a la que le saca 25 años, y a la que curiosamente empezó a salir cuando estaba muy enferma y era fácil camelarla.

   De ahí la cautela de la familia durante estos años, su temor a que la boda se celebrase durante alguno de los viajes que han realizado al extranjero, o en la más estricta intimidad, algo improbable pero no imposible, ya que era la única manera que tenía el funcionario de asegurarse un enlace que le reporta estatus social y económico. Finalmente ha primado el pragmatismo, y la boda se celebrará tal y como deseaba la Duquesa que vive uno de los momentos más dulces de su vida, pero con una agenda que han marcado los hijos desde el momento mismo en que se dieron cuenta de que el deseo de su madre de casarse con Alfonso no era un simple capricho.

   Así las cosas, lo primero que hicieron los hijos, allá por el mes de febrero pasado fue reunirse con el funcionario y su abogado para saber cuáles eran sus pretensiones. Con las cartas sobre la mesa, a Alfonso se le hizo saber lo poco que les gustaba esa relación, pero que estaban dispuestos a aprobar siempre y cuando las cosas se hicieran a su manera, a la de los hijos no a la de Alfonso. Cómo es lógico al funcionario no le quedó otra que callar, aceptar y seguir luchando hasta conseguir convertirse en duque de Alba. A quiénes tachan a los hijos de Cayetana de egoístas, les recomendaría que se pusieran en su lugar y juzgasen. Son lógicos sus recelos pues es mucho lo que está en juego.

  El patrimonio de la Casa de Alba, uno de los más importantes del país, es un dulce demasiado apetecible para cualquiera con pretensiones de alta cuna. De ahí la necesidad de que las cosas se hicieran de forma que nadie pudiese aprovecharse de la buena fe de Cayetana. Aconsejados por un equipo de jóvenes abogados la familia Alba encontró la formula de la donación para repartirse un patrimonio que les pertenece, y del que queda excluido Alfonso Diez, no porque así lo quiera él sino porque ese es el deseo de la Duquesa y de sus hijos. Lo que ha abierto la puerta para que pueda contraer matrimonio con el hombre del que sin duda está ilusionada. El tiempo dirá si este es un romance de valentía o la historia de una ambición.