Celebrando funerales

03/10/2011 - 00:00 Antonio Pérez Henares

 
Quizás no haya peor síntoma de la situación anímica del PSOE que el "subidón" momentáneo  que pareció calentar la circulación sanguínea de los participantes en la Convención del pasado fin de semana. La subida de temperatura tiene mucho de esos estados eufóricos que suceden a las depresiones y anuncian otras aún más profundas cuando los efectos de calentón pasan. El abrazarse compulsivamente unos a otros y suponer que con ello ya está abrazado y convencido el mundo entero resulta una fuga aún mayor de la realidad y si algo augura es todavía peores recaídas. Pasada la euforia, el lunes amanece lunes y siguen pintando bastos.

   El cartucho se ha gastado y no da la impresión de que se haya llevado pieza alguna al morral. Más bien ha sido otro conejo que ha salido corriendo de la chistera y que escapa del arroz. Rubalcaba se desdibuja cada vez más como candidato, el papel de primer actor no le cuadra ni parece convencerle del todo, y ello lleva además aparejado que hasta su propio prestigio de muñidor brillante y sombrío se resienta. Porque mas allá de la misión imposible de hacerse en dos días oposición a si mismo y a muchos años de Gobierno, cosa harto difícil incluso para don Alfredo, lo que estamos descubriendo es que tal vez Rubalcaba era mucho menos Rubalcaba de lo que creíamos. Vamos que tan listo, tan listo y tan urdidor de todo como que a ver si no era.

   Los sondeos de opinión es lo que pregonan, aunque habrá que ver desde luego cual es el veredicto de la urna, y lo que tozuda y unánimemente avanzan. Que los sucesivos y pregonados "efectos" Rubalcaba solo existían en las cocinas del CIS y en la mesa de algún medio más que afín. El común de las gentes sigue y persevera más o menos en lo mismo: que han tenido ya suficiente ración de PSOE y ZP y que Rubalcaba era parte de ese plato.

  Lo peor además es que el tiempo es cada vez menos y las distancias mayores. O sea, que en vez de recortar distancias, es el candidato quien se achica mientras que por el contrario es el rival quien se agranda. Porque como en boxeo los golpes que solo encuentran aire a quien fatigan y agotan es a quien infructuosamente pretende propinarlos.

   La Convención Socialista del pasado ha sido, más allá de las alharacas, el fiel reflejo de ese acto fallido que fue el zapaterismo, de ese presente asustado y amnésico por donde navega Rubalcaba y de ese arrebato de pasados al que pretenden aferrarse. Ellos creyeron que lo clausura el discurso de Rubacalba, pero en realidad lo clausuraban dos encuestas de dos diarios nacionales, El Mundo y La Razon, que tan sólo diferían en una décima y que como todas les pronostican la hecatombe.

  Lo que mueve a la risa poco compasiva y a la pulsión del verdadero estado ánimo son las respuestas. Idénticas a cuando antes de las municipales les vaticinaban un escenario realmente malo pero que aun fue peor en la realidad. "Este partido está acostumbrado a conseguir buenos resultados con pronósticos que no le son favorables"" repite el triste Iglesias. Porque según había alentado el abuelo Felipe, a quien uno de los suyos que no yo, califico de Cebolleta, esto "se arregla en un telediario" o como mucho en dos, que terció Pachi López.

   El remate hay que dejárselo al l genio demoscópico Pepe Blanco: "Nosotros no celebramos encuestas, celebramos resultados", que dijo entonces. Pues nada, que sigan celebrando funerales. Muy alborozadamente, eso sí. Como el domingo. Porque esos aplausos y esos abrazos más que a bautizo lo que suenan es a velorio. .