Claudio Calvo, en el recuerdo

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Por:
Cartas al director
TEODORO MESTRE / Zaragoza
A mediados de mayo del año en curso, una grave enfermedad se llevaba en pocos meses de este mundo, a sus ochenta y algo años, a nuestro amigo, Claudio. Con ello, Cortes de Tajuña perdía a uno de sus hijos, un vecino de los que con su presencia llenaba las calles durante todo el año. Con su desaparición, otra casa, otra puerta se cierra. De ahora en adelante como tantas otras se abrirá de forma esporádica. El mal endémico de nuestros pueblos, con la defunción de nuestros mayores, estos lugares también mueren un poco, al menos en lo que en el día a día a los largo del año ase refiere.
Este verano ya no tendremos a Claudio o a Isaac, como también le gustaba que le llamasen, en la plaza charlando amigablemente, con el buen humor que le caracterizaba, con los vecinos que poco a poco iban llegando al pueblo a pasar las vacaciones. Este año no le veremos con su carretilla carretera adelante, camino de los huertos a recoger sus hortalizas. A buen seguro su desaparición de hará notar a lo largo de la temporada estival durante mucho tiempo.

En los últimos años, la construcción ha sido el principal baluarte laboral en nuestro país. Cortes de Tajuña y su entorno no fue una excepción. Sin embargo, Claudio junto a su hermano Teófilo fueron pioneros en el oficio en las últimas tres o cuatro décadas. Desde los años 1970 hasta bien entrada la década de los ochenta, se encargaron de levantar algunas edificaciones y realizar restauraciones en las viviendas de Cortes y pueblos colindantes, trabajos que cuentan con su sello particular.

Se trata de gente trabajadora, a la antigua usanza, de los que ya no quedan. Digo esto, porque no es lo mismo desplazarse al tajo a veces en pueblos distante en las frías mañana de invierno en una pequeña moto que en una cómoda furgoneta. No es igual levantar una casa utilizando los modernos medios de hoy en día que hacerlo sólo con las más elementales herramientas que se vienen usando desde los tiempos más lejanos, llamase llana o paleta y poco más, manejada eso sí, con la destreza y oficio que los hermanos atesoraban.

Claudio y Teófilo, hombres listos y habilidosos como Castilla-La Mancha sabe dar, se bastaban y sobraban, para realizar todos los gremios que la construcción de una vivienda requiere. Ellos hacían de fontaneros a electricistas, desde los alicatados de baños y cocinas a yesaire; de carpintería a cerrajería. Ninguna de las diferentes especialidades en la construcción tenía, para ellos, secreto alguno. Una pena que gente así llegue un día en el que tengan que desaparecer.

Desde las páginas de Nueva Alcarria, aprovechando la oportunidad que siempre me brinda quiero rendir desde estas mal redactadas líneas mi particular y público homenaje de respeto y admiración a estos dos excelentes trabajadores y mejores personas. Y a Claudio, con el que siempre me unión una gran amistad, allá donde esté, que tenga el descanso eterno que él se merece. Descanse en paz.