Comisiones

13/04/2024 - 13:14 Jesús de Andrés

El PP, con su mayoría absoluta en el Senado, se centrará en el caso Koldo.El PSOE y sus aliados, con su mayoría absoluta en el Congreso, señalarán al novio de la presidenta de la Comunidad de Madrid.

Se anima el debate político estos días con la apertura inminente de sendas comisiones de investigación en el Congreso y en el Senado. No suponen una novedad, pues decenas de ellas han tenido lugar en los últimos años, y tampoco será novedoso que no sirvan para nada más allá de calentar el ambiente, contribuir a la polarización y echar una palada de arena a la crispación que no cesa. El PP, con su mayoría absoluta en el Senado, se centrará en el caso Koldo, el que señala las comisiones supuestamente recibidas por la venta de material durante la pandemia desde el Ministerio de Transportes y salpica a otros ministerios y comunidades autónomas. El PSOE y sus aliados, con su mayoría absoluta en el Congreso, señalarán al novio de la presidenta de la Comunidad de Madrid y las comisiones que recibió por la venta de material sanitario en la misma época. Digo que no servirán de nada porque una comisión parlamentaria de investigación debería emplearse para dos cosas: esclarecer lo ocurrido y tomar medidas legislativas para que algo semejante no vuelva a ocurrir. Y lo veremos: ni una ni otra. Al contrario, ya ha comenzado el “y tú más”, la amenaza impostada y la citación de testigos de cara a la galería, a la condena que supone salir en los telediarios, nada que ver con la intención de aclarar y corregir.

La corrupción no es una característica innata del ser humano. No hay países más corruptos que otros por naturaleza. El que los políticos se corrompan o sean corrompidos no depende del clima, del lugar del planeta que habitan, de su religión o del color de su piel. La corrupción no es más que el uso indebido de un cargo público para obtener un beneficio privado. Y que eso sea posible depende de las normas existentes, de la transparencia de los procesos y de las sanciones para quienes incumplan la ley. España no es un país corrupto ni la corrupción es un problema especialmente destacable, aunque no falten casos para desmentirlo. Hay corrupción, sin duda, pero no es estructural. Si están aflorando ahora casos derivados de la gestión de la pandemia, lo que hay que hacer es enjuiciarlos y, sobre todo, tomar medidas para que nunca más puedan repetirse. Para ello es necesario que los partidos dejen de utilizarla para destruir al rival y se unan en su combate. Las comisiones deberían tener como objetivo mejorar, no insistir en la disputa y el ruido mediático. Asistiremos al espectáculo, nos dejaremos llevar por nuestras querencias ideológicas, pero al final saldrán todos enfangados. Y lo peor es que de nada bueno habrá servido. Ay, si hubiera cordura.