Cómo sobrevivirá el 15 M

24/05/2011 - 00:00 Carlos Carnicero

 
La asamblea permanente es el certificado de defunción de los movimientos populares: sólo pueden estar de guardia quienes pueden eludir otras obligaciones. Si cunde el desánimo y se producen abandonos, el movimiento se radicalizará y perderá adhesiones. A la larga, el riesgo es que un movimiento transversal, democrático, abierto y pluralista pudiera caer en el control de quienes tienen toda su vida resumida en la acampada. Es necesario, a mi juicio, una reflexión posibilista que solucione el bloqueo de la indignación para trasladarlo a la proposición. La revuelta sin contenidos es como lago seco; termina por convertirse en un territorio inhóspito e inhabitable. Poner a alguien en contra es fácil, movilizarlo a favor, un reto de la inteligencia. La mayor parte de los ciudadanos están insatisfechos, porque la felicidad -considerada como un equilibrio entre las metas propuestas y alcanzadas y la sana ambición por otras nuevas, en un movimiento continuo que sin embargo proporciona estabilidad- es difícil de identificar y alcanzar. A mi juicio sería fundamental que los participantes en las revueltas populares legítimas, formaran grupos por afinidades de objetivos. Establecidos, la decisión está en constituir partidos o agrupaciones o asaltar democráticamente los ya existentes. El PSOE es una opción para su transformación: su número de militantes es extraordinariamente bajo. Sus actuales dirigentes van a defender sus posiciones porque muchos de ellos han hecho de la política su profesión. Pero entrar en los partidos y transformarlos, es un reto posible.