Compañeros de andamio
Ni una misa concelebrada con Obama, Merkel, Sarkozy y Trichet juntos resuelve el problema de liquidez financiera. Al revés, los grandes líderes mundiales recelan entre ellos como "compañeros de andamio": uno no se fía de la mezcla del hormigón que hace el otro, y un tercero duda de cómo se están colocando los ladrillos. Portugal hizo recortes, cambió de gobierno y siguió siendo castigada igualmente. Estados Unidos admite que la crisis le ha golpeado y no sabe cómo responder.
Eso sí, nadie podrá decir que no hemos construido la ruina con notable laboriosidad; ya lo decía Groucho aplicado a su familia: "partimos de la más profunda de las ruinas hasta alcanzar las más altas cotas de la miseria", (todo mérito nuestro). Todo achacable a una especulación atroz, a una manera de gastar sin fondo, (cada vez que se conocen datos de las deudas de los ayuntamientos españoles se golpea uno con la perplejidad). Y a esos males añadimos una creencia infantil en los cuentos de la lechera, Cenicienta y Blancanieves juntos que afloraba en los discursos de nuestros dirigentes. El resultado se aprecia en este gráfico que señala la ruina que si sólo fuera económica hasta tendría remedio, pero afrontamos la peor crisis de valores con los peores políticos conocidos, (en el poder y en la oposición). Crisis que coincide con una actividad violenta en las calles y que otorga a las noches de Londres la categoría de decorados e película de terror. El problema, como en el chiste, no es que falten policías es que sobran manifestantes.
Mientras, China, el gran gigante aletargado, espera cobrar sus deudas en Estados Unidos y cambiar el eje de la tierra. Nosotros ya hacemos lo que podemos por variar el curso de la rotación gravitatoria, (siempre en nuestra contra).