Conmoción de censura

01/06/2018 - 17:59 Jesús Fernández

Nuestra democracia es merecedora de muchas censuras. Los que tienen capacidad técnica y constitucional para ello, no quieren hacerlo para no perder sus privilegios. Porque esta democracia no es más que un placer y un privilegio para algunos pocos que ostentan el poder. ¡Qué ironía! El poder quiere censurar al poder. Hasta hablan de “desalojar” del poder. Esto significa que el poder, personalizado, tiene un espacio, unos despachos, unos salones. Ocupa algo. Y significa que quieren desalojar a unos para ocuparlo otros. Esa es, para muchos, la esencia de la democracia. Cambiar de inquilinos pero no de estilo ni de forma de vida. Es como cambiar de muebles pero sin reformar la casa. Es una mudanza del poder sin rehabilitación o regeneración de las conductas políticas o de la sociedad. El poder sólo cambia de manos, he recordado en otros comentarios.
    Pero la censura tiene que venir de otros ángulos, de otras instancias. Es una censura más profunda, más radical. La censura o rechazo de políticas injustas y corruptas tienen que hacerlas el pueblo todos los días. Y lo jueces. No pueden hacerla los mismos interesados en ella porque buscan los mismos intereses. Una tal censura no es moción sino conmoción. Ya es significativo que acudan a este vocablo (censura) de tantas reminiscencias totalitarias para incorporarlo al diccionario y lenguaje democrático. Allí se refería al control de la información y se usaba para detener la propaganda y las opiniones contrarias.
    Con la llegada de las mociones de censura a los Parlamentos se ha iniciado una nueva época en las democracias. La moción de censura no puede considerarse como una iniciativa popular sino una conmoción histérica de nuestros gobernantes. Toda ella se basa en el cambio de voluntad si no en contravenir o presionar sobre la voluntad en las formaciones políticas que, muchas veces, contienen  infidelidades al pueblo. Ya sabemos dónde reside la voluntad de algunos partidos. Cuanto más una democracia asuma la moción  de censura como camino al poder, tanto más se extienden los sentimientos de odio y de venganza entre los partidos políticos. En la presentación de ellas, los partidos miran más a sus ganancias o réditos futuros que  a poner de relieve los errores del pasado en los gobernantes. Todo un propósito que conlleva a un despropósito. No cabe duda de que ella ayuda a la identidad de algunas formaciones. En la democracia española, nadie se ríe o se alegra de la moción de censura.