Contradicciones

16/04/2021 - 13:25 Jesús de Andrés

Resulta que en Madrid uno puede ir a bares y restaurantes, comer en su interior o en las terrazas, asistir a actos culturales y museos… y aquí, en cuanto uno atraviesa Meco, la fase 3 reforzada obliga a la parálisis y al cierre. 

Los que por cuestiones laborales estamos obligados a atravesar la absurda frontera con Madrid podemos comparar las distintas formas de abordar la pandemia. Posiblemente, nunca como hasta ahora se había hecho tan evidente esa línea administrativa. Nos está permitido viajar a Toledo o a Ciudad Real pero no podemos ir a Alcalá de Henares, a ver quién nos lo explica. Siempre me parecieron ridículos esos mapas autonómicos en los que las carreteras se desvanecen al entrar en Madrid y vuelven a aparecer pasado Aranjuez, como si uno entrara en un territorio de nieblas, vacío e irreal a la vez. Y eso que para ir a aquellos lugares no queda otra que atravesar la comunidad vecina, a la que más lazos nos unen, nuestra continuidad natural, en la que desemboca -literalmente- nuestra provincia.

Resulta que en Madrid uno puede ir a bares y restaurantes, comer en su interior o en las terrazas, asistir a actos culturales y museos… y aquí, en cuanto uno atraviesa Meco y supera ese cartel impagable que da la bienvenida a la tierra del Quijote, la fase 3 reforzada obliga a la parálisis y al cierre. El desgaste psicológico del personal es tan grande, el hartazgo es tan inmenso a estas alturas que ya no hay argumentos que serenen a nadie. Entre el uso partidista de Ayuso, que pretende ganar las elecciones asimilando la libertad a poder tomar cañas, y el cerrojazo impuesto de Page, cuyo paternalismo es tan grande como sus contradicciones, nos están volviendo locos. Se cierra el centro comercial, que se ve obligado a otro expediente de regulación, y ni sus propios gestores tienen claro qué secciones se ven afectadas y cuáles no. Se cierran las terrazas en la capital pero se permiten las “terrazas” del centro comercial. Los actos culturales son suspendidos, se cancelan exposiciones y conciertos. El despropósito llega a tal extremo que, por poner un ejemplo de tantos, se decreta el cierre de museos pero no de monumentos de tal forma que en el Palacio de la Cotilla se permite la visita al Salón Chino, por ser considerado monumento, pero no a la Sala de Buero Vallejo, por estar catalogada como espacio museístico. Esto en un mismo pasillo. Ni al que asó la manteca. 

Y a todo esto, el domingo pasado se celebra una corrida de toros sin distancias ni mascarillas en Torija, regada con el dinero público de la televisión autonómica, mientras el presidente autonómico pasa su fin de semana en la isla de la Palma. A sus palmeros les ha faltado tiempo para explicar que fue allí a hacer promoción turística, no a hacer turismo. En una isla que suma apenas 20.000 habitantes, la mitad de Azuqueca. Den cuantas palmas quieran para acallar la protesta, pero no nos tomen por tontos.