Convivencia cívica

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

EDITORIALES
Los expertos reconocen que un sector de la juventud utiliza la violencia contra el patrimonio común como venganza contra una sociedad en la que piensan que no encajan. Tras su frustración, explican los expertos, se esconde la desestructuración familiar y una enorme confusión de valores sociales. Lo cierto es que falta entre cierta juventud conciencia y sentido de lo colectivo.
La propiedad pública no se entiende como bien común sino como un objeto sin dueño o de propietario abstracto, identificado por los gamberros con el ámbito institucional, con el poder establecido. ¿Acaso desconocen los vándalos que el mobiliario urbano es elemento de servicio público que se paga con el dinero de todos?
Después de múltiples intentos de optar por disuasión, el ayuntamiento ha optado por atacar directamente al bolsillo. Con la nueva ordenanza por la convivencia se persigue esencialmente que todos los ciudadanos cumplan unas normas mediante la sanción de las conductas indebidas, la revisión y actualización de las sanciones actuales, y para que incumplimiento no salga gratis.
Sin embargo, y más allá de las penalizaciones monetarias o, incluso, de que la futura ordenanza pueda incluir que ciertas sanciones por el incumplimiento de las ordenanzas municipales puedan sustituirse por trabajos o servicios a la comunidad, lo importante es ser conscientes de que todos somos responsables del vandalismo juvenil, un fenómenos que comparten las mayoría de las ciudades de España y al que Guadalajara no es, desgraciadamente, ajena. Han fallado los padres que no ejercen como tales; falla un sistema educativo en crisis y sometido frecuentemente a desordenados vaivenes y falla una sociedad en su conjunto que no ha sabido delimitar los límites razonables entre la legítima y juvenil contestación al sistema y la agresión a los valores de la convivencia cívica.