Cordero alcarreño

31/01/2014 - 23:00 Luis Monje

Me entero de que una asociación de ganaderos de Guadalajara y Cuenca trata de promocionar su carne de cordero. La noticia me ha hecho volver la mirada al campo, liberándome de mi primer propósito de escribir sobre las sansiroladas de los partidos políticos, todos tan mejorables que si hicieran lo contrario de lo que proponen quizá saldríamos ganando. No digo que al hablar de la carne de cordero se me haga la boca agua, porque a mi altura, ni la gula ni siquiera la gastronomía son ya mis vicios, ni nunca lo han sido. Pero eso no impide que recuerde con gusto una reunión a manteles en Jadraque en los años cincuenta con el poeta Ochaíta y el alcalde Mariano Ormad en torno a una exquisita ración de cordero asado con salsa de Tío Peseta, hoy olvidada. Después de chuparnos los dedos, como suprema expresión de su excelencia, coincidimos en que la carne del cordero de su Serranía, hoy Sierra Norte, era insuperable por el fino aroma de sus pastos y su crianza en régimen extensivo. Es de suponer que esa carne tendrá hoy la misma calidad que entonces, Porque se siguen criando los corderos en régimen de pastoreo cuando dejan de ser recentales. Pero el problema de ahora, aparte de los bajos precios de su carne, es que no hay pastores. Y no porque, como decía la canción tradicional, se vayan a “la” Extremadura, y menos en estos tiempos en que están semiolvidados y casi borrados los tradicionales caminos de la Mesta, sino porque los jóvenes huyen de un oficio tan solitario y sacrificado y se marchan a la ciudad. Me conmueven los intentos que hacen las administraciones para recuperar ese oficio tratando de atraer candidatos para los cursos de formación,que suelen ser baldíos. No se dan cuenta de que, ni aún en estos tiempos de crisis y paro descomunal, ningún joven, aunque nunca haya salido de su pueblo, renunciará a los relumbres urbanos que le ofrece la televisión desde su cara más halagüeña, porque la cara oscura y negativa no contribuye a aumentar el “share” de las cadenas televisivas. Si todo oficio o profesión necesita vocación o, por lo menos, afición para ejercerlo dignamente y con satisfacción, es lógico que los jóvenes desdeñen el del pastoreo en un mundo que ha dejado de ser rural y vive de espaldas al campo. Aunque las modernas técnicas de comunicación (móviles, tabletas, etc.) hayan hecho este oficio menos solitario, pero sigue siendo duro y sacrificado.Â