¡Cuanta demagogia!

09/04/2011 - 00:00 Fermín Bocos

 
   Sabido que los billetes de avión que utilizan los europarlamentarios con cargo al Presupuesto de cada país, ¿tiene fundamento la polémica montada alrededor de los viajes en avión de los políticos? ¿Está mal que los políticos viajen en clase preferente? Mi opinión es que con este asunto se está haciendo mucha demagogia. Se mezclan cantidades que no son homogéneas. Se habla de la crisis y de las llamadas a la austeridad que formulan los políticos para, acto seguido, denunciar que no se aplican la doctrina que predican. Puede que en otros asuntos sea verdad: exceso de contratados como cargos de confianza designados a dedo; elevado número de cargos con derecho a coche oficial y chofer; entramados de empresas públicas regentadas por afines políticos, etc, etc.., pero no es el caso de los billetes de avión.
   Estamos hablando de viajes en razón de su condición de diputados en el Parlamento Europeo o en el Congreso y el Senado de España. Ciudadanos que entre cuatro y cinco días a la semana tienen que volar enlazando en ocasiones más de un vuelo para llegar hasta Estrasburgo o hasta Madrid. La "gran" diferencia de la clase preferente respecto de los vuelos en clase turista consiste en ir un poco menos encajonado, tener un asiento algo menos estrecho, tener derecho a la prensa del día y disponer de un menú de comida la mar de las veces prescindible, por plastificada.
    No hay más. Para quienes por razones de edad (buena parte de nuestros representantes electos pasan de los cincuenta) puedan tener problemas de mala o deficiente circulación, la posibilidad de evitar un asiento angosto les pone en ventaja frente a posibles episodios de flebitis o trombosis derivadas de la inmovilidad que aparejan los viajes en avión de larga duración. En Estrasburgo tenemos eurodiputados canarios, lituanos, griegos y malteses. No seamos mezquinos. No nos dejemos reclutar por las voces extremas que denigran por igual a todos los políticos. Ni todos son corruptos ni todos son repudiables. ¡Ya está bien de demagogia! El recuerdo de lo que ocurrió en la República de Weimar nos debería poner en guardia frente a los nuevos demagogos.