Cuestión de principios

17/11/2010 - 00:00 Antonio Casado

En una rueda de Prensa para olvidar, el vicepresidente del Gobierno, Pérez Rubalcaba, dio por buena sin mayores objeciones la versión que su colega marroquí, Taib Cherkaui, expuso en Madrid sobre los violentos sucesos de hace unos días en el Sáhara Occidental, a raíz del asalto y desmantelamiento policial del campamento de Gdeim Izik. Allí, cerca de El Aaiún, se había instalado hace varias semanas como protesta social de los saharauis por sus malas condiciones de vida. Según esa versión, expuesta en relato "detallado" y "minucioso", dijo Rubalcaba, la intervención de las fuerzas marroquíes fue "pacífica" y "legal", la muerte del ciudadano español se debió a un atropello accidental y los policías marroquíes fueron agredidos al intentar rescatar a ciudadanos inocentes "secuestrados" por "milicias armadas". Pero la Prensa española tergiversa los hechos con el propósito de "denigrar a Marruecos". No hubo forma de obtener una respuesta inequívoca a la pregunta del millón: ¿El Gobierno se cree realmente este relato de unos acontecimientos que tanto han calado en la opinión pública española? Los apuros de Rubalcaba para eludir la respuesta y remitirse a las explicaciones de un país "amigo", con el que se habla mirando a los ojos -eso vino a decir-, se nos hicieron insoportables por ser una cuestión de principios. Y dio toda la impresión de que incluso se ha renunciado al deber de conjugar intereses con valores. La derrota de los valores ha resultado evidente. A favor de los intereses, claro, que han operado como coartada frente a un caso de flagrante violación de derechos humanos, salvo que mejores razones o nuevas evidencias demuestren lo contrario. Por ser más precisos, que Marruecos respeta la libertad de información y los derechos humanos de las personas que viven en un territorio sobre el que carece de título de soberanía. De momento, parece confirmarse que por parte española los intereses son dominantes en las relaciones bilaterales con el vecino magrebí. Una constante en la dinámica de las relaciones internacionales. También el Sáhara Occidental, inscrito en el capítulo de los llamados "conflictos de baja intensidad", a los ojos de la ONU, es una muestra más del cinismo reinante. Como tampoco nos sorprendemos a estas alturas de la vigencia de la ley del más fuerte en el tráfico de intereses, al menos seamos conscientes del atropello marroquí al pueblo saharaui, consentido por la comunidad internacional. Con la mirada distraída del Gobierno Zapatero sobre las inexplicadas desapariciones, el intolerable trato a los periodistas españoles y la inverosímil versión marroquí sobre lo ocurrido en el campamento de Gdeim Izik.