Cursiladas
La catedrática de literatura española en Yale (EE.UU), Noël Valis, apareció en 1986 en Madrid y al ver el entierro de Tierno Galván (sobre todo la carroza, traída de un museo de Barcelona) cambió la temática que había venido a estudiar.
La catedrática de literatura española en Yale (EE.UU), Noël Valis, apareció en 1986 en Madrid y al ver el entierro de Tierno Galván (sobre todo la carroza, traída de un museo de Barcelona) cambió la temática que había venido a estudiar. Del romanticismo en la literatura moderna se pasó a «La cultura de la cursilería. Mal gusto, clase y ‘kitsch’ en la España moderna».
Como el libro es de 2002 a mi amiga se le escapó Juan Carlos Monedero cuando, antes de morir Chávez, soltó aquello de «he amanecido con un Orinoco triste paseándose por mis ojos». O las palabras de la flamante ministra de Defensa, Dolores de Cospedal, a los soldados destinados en el exterior. “Se me llenan los ojos de lágrimas y el corazón de emoción con vuestra labor”.
La ex presidenta de Castilla-La Mancha será sin duda mucho mejor ministra que su predecesor Pedo Morenés. Carme Chacón, su antecesora socialista, le dejó el listón muy alto, especialmente cuando acudía a los cuarteles vestida de Coronel Tapioca e inauguró con sus sorpresivos modelitos lo que se conoce como “ministra maniquí”. No es necesario que Cospedal se vista de dama de feria de Albacete, como en sus años mozos, pero empieza a ir por el mismo camino cuando aparece ataviada a lo hombre, con traje de pantalón y americana Extreme Collection.
En todos los partidos, incluso en el propio gabinete, abundan las cursis y pijas de hablar gangoso, con el “para nada” y el “super ideal” en la boca. No es extraño. En este país, en esta comunidad y, por supuesto, en el Señorío parece que ser cursi, como escribió Francisco Silvela, “es independiente de la posición y la riqueza y hasta de la belleza natural del sujeto”.
Sin ir más lejos, nos ha llegado el anuncio de la Lotería de Navidad. Carmina, maestra jubilada, cree que le ha tocado el Gordo. La familia y el pueblo entero le siguen el rollo. Es todo tan cursi y lacrimógeno que dan ganas de irse a pescar truchas con martillo, como dicen que intentaba un esnob en el río Gallo. Bien mirado, hasta el propio Rajoy apareció en campaña embelesado en un campo de alcachofas. Como dicen en mi pueblo: “Si el alcalde corta pinos, qué van a hacer los vecinos”.