De cines y mercados


 A mitad de camino entre navidades y verano, demos gracias por el origen y costumbre católica de la Semana Santa en nuestra sociedad, que nos permite regalarnos este periodo de asueto primaveral tan necesario para desconectar del mundanal ruido. Por favor, que yo no me veo con fuerzas para aguantar la temporada del IRPF sin tener un fin de semana largo de verdad. Lo malo de la ira de Diosito (en sentido apócrifo del término) es que truenos, relámpagos y centellas cubrieron el cielo de Guadalajara durante estos días cancelando planes y buscando ideas alternativas con las que entretener esta bendición festiva. El problema es que Guadalajara, deseosa de acción, adolece de elementos básicos que hay en nuestro entorno o en ciudades parecidas. No es la enésima crítica a quien se dé por aludido en presente imperfecto, sino una enunciación en busca del futuro pluscuamperfecto.

Sin paños calientes. Vivimos en una ciudad mausoleo, donde los baldíos se acumulan frente a edificios vacíos con usos anacrónicos. El centro de Guadalajara tiene dos cárceles (sección femenina y masculina) sin uso, unos juzgados que son monumentos al brutalismo administrativo de finales del siglo pasado, un ateneo municipal tapiado con una población de colúmbidas absurda, edificios en ruinas donde la especulación y la salubridad llenan el vaso medio vacío y por solares (¡qué lugares!) que son campamento romanos de mininos. Adoro esta tierra hasta el dolor, pero desde que la primavera nos ha bendecido con su presencia, la pena inunda mis ojos con cada paso a través del casco histórico. Si a todo este sainete y dramaturgia añadimos los dos últimos elementos de debate municipal, pues tenemos un panorama, cuanto menos, cuestionable. Hablemos del Fuerte de San Francisco y del Mercado de Abastos. Lo que en otras ciudades tendría que ser motivo de orgullo o de epicentro de planificación urbana, pues aquí es causa de disputa y de, simplemente, vergüenza.

El complejo del Fuerte, un enclave estratégico del centro de la ciudad, tiene sentencia desde septiembre de 2017 donde la JCCM debe cumplir la rehabilitación de dichos terrenos, ya sea en especie o en cash. La estimación oscila entre los 20 y los 30 millones de euros. Cantidad clave para el desarrollo local sobre tras un aumento de impuestos local que roza el 20 por ciento. Las opciones que hay encima de la mesa son la Ciudad del Cine o una nueva biblioteca. Seré franco. Las cifras regionales de facturación e impacto económico de la opción catódica están “moderadamente” infladas, mientras que añadir una biblioteca a la cartera de inmuebles locales sería un error dotacional, cuando lo que realmente hacen falta son salas de estudios. ¿No hay más opciones para elegir? Entre susto y muerte, por favor, albóndigas. Por otro lado, tenemos el Mercado de Abastos. Obra magna de Mariano Medarde de 1883 que ha pasado por diferentes etapas y que su última remodelación, recepcionada en 2019, ha visto como no ha tenido moradores en sus dos principales plantas y en el solárium exterior desde entonces. Cinco años, dos licitaciones vacías y varios cabreos después, sigue siendo un homenaje al fracaso urbanístico y comercial de nuestra querida Guada City. Entre medias, en ambos casos, han pasado varios consistorios y distintas coaliciones. Es un mal endógeno pendiente de solución y aprovechando la cercanía del Miércoles Santo, tendremos fe para que nuestros presentes y futuros ediles le pongan solución más allá de pintar la explanada de colores. No es mala idea, pero nunca un motivo de orgullo.

Espero que en Semana Santa hayan comido torrijas, huesos de santo y buñuelos rellenos. La resignación entra muy bien con nuestra magnífica gastronomía, aunque a veces, en las fiestas pascuales (y rutina civil) comulguemos con ruedas de molino. Amen.