De copas y sucesores

21/12/2010 - 00:00 Pedro Calvo Hernando

 
En la copa de Navidad con los periodistas invitados, el presidente Zapatero aparecía relajado y tan hablador como siempre. Lo único que cambiaba era el hecho de que en ocasiones había más periodistas rodeando al vicepresidente Rubalcaba que al propio Zapatero. Y es que los de este gremio somos así en cuanto olemos que las cosas están cambiando. Lo que no conseguí averiguar es por qué aprovechaba una ocasión tan impropia como la copa de Navidad para comunicar que ya tenía tomada la decisión de si se presenta o no como candidato en las próximas elecciones. Más propios me parecieron, por ejemplo, su asombro y sus sonrisas ante muchas tertulias políticas de la tele que mira de vez en cuando, si no está Sonsoles para elegirle una buena película. Tampoco me pareció raro, aunque sí un poco pesadito, eso de hablar tanto del diferencial y de la deuda soberana, por poner un ejemplo de las cosas abstrusas de las que se ve obligado a perorar un hombre que lo que quiere es cambiar la sociedad y que la maldita crisis le ha partido por el eje. En la tantas veces mencionada copa de la noche del lunes sí observaba yo un clima de desgana y de apática resignación ante el acontecer nacional en sus términos generales. Un compañero y amigo se complacía en comentarme lo feliz que es ahora dedicándose a la enseñanza, y les aseguro que es un buen periodista. Lance éste que hubiera sido incomprensible años atrás, cuando el entusiasmo desbordante de la tropa periodística, cuando todos parecían tenerlo muy claro en esta vida. Pero el que lo tiene clarito es Rubalcaba, a quien por cierto critiqué un poco lo de su visita a Afganistán, no muy encomiable para quienes como yo llevamos años preguntándonos y preguntándoles qué demonios hacemos en aquel remoto país, presencia por la que han muerto ya muchos compatriotas nuestros. Rubalcaba tiene clarito que debe decir que él no quiere ser el sucesor, para no infundir sospechas, pero se le nota demasiado que está deseando. Yo siempre dije -no sólo ahora, que es más fácil- que Alfredo es el mejor y el más listo de nuestros políticos.