De Oporto a Santiago

12/05/2019 - 14:04 José Serrano Belinchón

  Pero en esta ocasión es del libro de Jesús Ángel Yela de lo que os quiero hablar, de su contenido en 360 páginas, 

Este es el título del libro que durante estos días ocupa algunos de mis ratos en casa. Lo ha escrito un compañero de profesión y de lugar de trabajo, y lo ha editado “Aache Ediciones” recientemente; lleva como subtítulo “Por el Camino Portugués de la Costa”, y es su autor Jesús Ángel Yela Gómez, experto en “rutas santiaguesas”, cuyo mucho saber por cuanto a peregrinaciones jacobeas, ha culminado felizmente con la publicación de este libro; pues hace muchos años que ya le escuché hablar con entusiasmo sobre el Camino de Santiago, incluso le llegué a decir que yo lo había hecho en dos ocasiones, la primera en “vespa”, con mi esposa como paquete, y la segunda en nuestro coche como señores.

            Pero en esta ocasión es del libro de Jesús Ángel Yela de lo que os quiero hablar, de su contenido en 360 páginas, y de mi opinión sobre el mismo, precisamente ahora, cuando acabo de concluir el capitulo siete de los quince que completan la obra. Estar de acuerdo o no con la idea central que motiva esta publicación, es cuando menos opinable.

            De entrada debo decir que me ha sorprendido muy gratamente en su forma: un texto magnífico, de lectura amena y cambiante en impresiones de esas que animan a seguir leyendo, disfrutando de lo que allí se dice, que de alguna manera es hacer desde casa tu propio viaje, idea a tener en cuenta si es que deseas aprovechar, debidamente, esta clase de literatura viajera que en el libro de Jesús Ángel Yela se ve favorecida por sus estupendas descripciones del ambiente, del paisaje tan distinto al nuestro, y del valor de las relaciones humanas al encontrarte con gentes tan diversas y de procedencias también insospechadas, como suele ser habitual en esta clase de acontecimientos. Si a ello unimos el buscar la variedad, como gusta a su autor, es bueno elegir diferentes rutas para llevarlo a término, pues no es lo mismo hacer la Ruta Jacobea  por el interior -Camino Francés, por ejemplo-, que hacerla por la Costa, el paisaje y el ambiente son distintos, no mejores ni peores, sino diferentes, y si a esto añadimos la directa relación con el resto de peregrinos, como aquí es el caso, mejor que mejor. Algunas fotografías completan el indudable interés del libro.

            El viaje, ya no a pie, sino a páginas de esta publicación, se hace por etapas bien marcadas. Cuando acabe de escribir esta especie de pequeña crónica, entraré en al capitulo ocho, “Por los rompientes del Cabo Silleiro” se titula; estoy en la página 134. Vivir este viaje sentados cómodamente en casa, es un placer que a todos os aconsejo.