¿De quién son los niños?

24/01/2020 - 16:45 Jesús de Andrés

Sus padres no pueden recortar ni uno de sus derechos y deben, al contrario, fomentar su desarrollo intelectual. 

Lo cierto es que la ministra estuvo poco afortunada al afirmar que los niños no son de los padres, regalando un titular tan contundente y polémico como exacto. Porque, efectivamente, los niños no son de los padres si por tal expresión se entiende que hay un vínculo de propiedad como pudiera haberlo con una mesa o un libro, artefactos de los que cualquiera puede disponer haciendo y deshaciendo lo que considere oportuno. Los niños son de los padres por el lazo del amor, del cuidado, de la patria potestad, pero no pueden hacer lo que quieran con ellos ya que, como ciudadanos que son, gozan de los mismos derechos, incluso más, que cualquier adulto. Nadie puede maltratar a sus hijos ni física ni psicológicamente, y no se les puede negar el alimento, la protección ni la educación. Sus padres no pueden recortar ni uno de sus derechos y deben, al contrario, fomentar su desarrollo intelectual. 

Es necesario aclarar esas cuestiones, por más que parezca increíble, dada la polémica generada estos días. No había ningún problema, apenas una o dos quejas registradas, y sin embargo se aprueba el veto parental para que los padres censuren los contenidos que los niños reciben en la escuela, de tal forma que se solicita poco menos que una educación a la carta. Que les enseñen el sistema digestivo pero no el sistema reproductor. Que no reciban curso alguno sobre sexualidad, aun siendo impartido por especialistas, no sea que aprendan correctamente lo que tienen al alcance de sus móviles quién sabe de qué forma. Pues no: los padres homofóbicos, racistas, intolerantes, de extrema derecha o de extrema izquierda, no tienen derecho a que sus hijos sean adoctrinados conforme a sus principios. La escuela debe estar construida sobre los sólidos cimientos de los derechos y libertades. Es más, los niños tienen derecho a ser educados en la pluralidad, el respeto y el ejercicio de la crítica. Sólo así conseguirán ser libres y no estar subordinados al dictado de quienes quieren someterlos, llámense padres, Iglesia o Estado.

Mucho me temo que el ardor guerrero con el que algunos han defendido el denominado “pin parental” va más allá del unicornio creado por Vox en su estrategia de manipular el lenguaje y someter a la sociedad a la reducida visión que de ella tienen. Que Pablo Casado se haya puesto al frente de la manifestación, aun sabiendo el poco rédito electoral que le dará su decisión, da cuenta de su pérdida de rumbo y del miedo acumulado. Está claro que él preferiría ser el líder de Vox y no de un PP obligado a centrarse. Es posible que tras unos y otros palpite la tentación de liquidar la escuela pública y el impecable trabajo de sus profesores. Veremos a dónde conduce esta absurda y peligrosa deriva.