De ser gilipollas con perdón
Siempre me ha gustado rodearme de gente que me aportara algo, que tuviera vida y sueños parecidos a los míos.
cuerdo mis años de pantalón corto y zapatillas tórtola, tirachinas y canicas, flequillo cortado a tazón y dientes mellados. Eran años aquellos en que solía pasar mis veranos en El Puente del Arzobispo, en compañía de mis abuelos y mis tías. Se podría decir que era un niño algo inquieto, con lo que de vez en cuando, solo o compañía de otros, se liaba alguna que otra zalagarda.
He de reconocer, que cuando las hacía en solitario, no había manera alguna de librarse de la reprimenda. Pero cuando era en compañía, siempre intentaba (he de reconocer que en muchas ocasiones lo lograba) que fuesen ellos, los que apencasen con la responsabilidad.
De tal modo que mi abuelo Pedro, tenía la sensación de que mis amigos no eran muy de fiar, diciéndome en repetidas ocasiones aquello de “dime con quién andas y te diré quién eres”. A decir verdad, él lo hacía con la intención de librarme de las malas compañías. Pobre hombre, he de reconocer que la mala compañía en ese grupo de tres, era yo, causante de nuestras tropelías y líder espiritual.
Hace muchos años, que de aquellos tres tan solo veo al del flequillo, en el espejo y cuando se afeita la cabeza. Sin embargo, tengo constancia que a los otros dos no les va mal en la vida. Eran chicos inteligentes, inquietos y con ganas de disfrutar de su niñez.
Digo esto, porque siempre me ha gustado rodearme de gente que me aportara algo, que tuvieran vidas y sueños parecidos a los míos. Creo que es la mejor manera de poder progresar y de poder sentirme realizado.
De hecho, una de las mentes más admiradas de todos los tiempos decía:
“Las personas y los pensamientos, que se mezclan con la vivencia de las emociones constituyen una fuerza “magnética” que atrae a otros pensamientos y personas, similares o relacionados”. Napoleón Hill.
Sin embargo, me sorprende que hay gente que no piensa lo mismo, sin más bien lo contario. Sin ir más lejos el candidato republicano Donald Trump, se dejó decir el otro día que “Hay que rodearse de gente sin éxito”.
¿Para qué? ¿Para sentirse importante? ¿Por aquello de que en el país de los ciegos…?
Es más, el susodicho personajillo, ha afirmado que ama “a los que tienen un bajo nivel educativo”. Yo creo que lo que hay que hacer es tratar de ayudar a aquellos que tienen un bajo nivel educativo, para que, si es posible, lo mejoren. No regodearse de ello, para tratar de reinar en la mediocridad.
Da miedo pensar que este señor pueda gobernar el país más poderoso de la tierra; supongo que antes de fin de año, caerá aquello de que “los americanos, son muy americanos y son mucho americanos”. Y es que alguien dijo que “siempre es mejor que seas tú mismo, excepto que seas gilipollas, que entonces es mejor que seas otro”
Que la fuerza os acompañe.