¿Debate sucesorio?

24/02/2011 - 00:00 Isaías Lafuente

 
La ministra de Defensa, Carme Chacón, ha avivado estos días el debate sucesorio en el seno del PSOE. Eso, al menos, es lo que se dice en los medios de comunicación. Dos intervenciones suyas, una apostando por las primarias en caso de que Zapatero decidiera no presentarse, y otra, al responder con una obviedad a una pregunta con respuesta obvia, que España está preparada para tener una presidenta -sea catalana, de Castilla la Mancha o de cualquier otro lugar- son los elementos que sustentan la tesis. Lo que ya no parece tan claro es que a lo que está sucediendo en el PSOE podamos llamarlo exactamente debate.
    Para empezar, porque para que se abra un debate sobre la sucesión sería conveniente tener claro que ésta se va a producir, y ese es un dato que guarda celosamente Zapatero a pesar de que ya comunicó que tiene la decisión tomada. Y en segundo lugar, porque los términos del debate no están fijados. En los medios gusta la controversia nominal, poner nombres encima de la mesa aventurando quién podría ser. Pero lo esencial no es el quién sino el cómo, y es ahí en donde Carme Chacón ha emitido su opinión libérrima. En estos momentos los socialistas podrían optar por tres vías diferentes: la designación avalada por el aparato del partido, la elección del candidato dentro de los órganos competentes, o la convocatoria de unas elecciones primarias abiertas a la militancia, la opción que tantos dolores de cabeza ha dado al aparato tanto en Madrid como en Barcelona. En términos democráticos, cualquiera de las tres fórmulas podría defenderse y cada una de ellas es mejor que la del cuaderno azul del líder cesante. Lo que parece un contradiós es que en materia tan sensible un partido mantenga abiertas las tres posibilidades.
      Resuelto el procedimiento llegará el momento de hablar de nombres. Y cuando se elabore la nómina de candidatos sería difícil imaginar que Carme Chacón estuviera ausente. Los ministros, al ser nombrados, suelen dar por colmadas sus ambiciones políticas. Pero siempre que lo escucho me parece una impostura: me cuesta pensar que en política, como en cualquier otra esfera de la vida, cuando uno inicia la escalada se quede sin intentar hacer cumbre cuando el camino está expedito y se sabe con oxígeno, facultades y fuerzas.