Del papel al tajo
01/10/2010 - 09:45
EDITORIAL
Un obrero perdía la vida en Mondéjar al caer desde un andamio a una altura de unos seis metros mientras trabajaba en la construcción de una vivienda.
Una fatídica suerte que ha hecho engordar unas estadísticas, en las que nadie se pone de acuerdo. Mientras que para unos, en lo que va de año, han fallecido tres personas en el tajo, para otros el número se dobla. Simplemente cuestión de criterios y, por supuesto, de burocracia pues en el fondo, una muerte en el trabajo sigue siendo, desgraciadamente, demasiado habitual, ingrese en las listas que ingrese. El año comenzaba con el accidente que segaba la vida a un joven de 34 años que era aplastado por una máquina en Azuqueca de Henares. Después de él otros. Trabajadores de la construcción, agricultores... nadie está exento. La solución, a este problema, es complicada. No se puede negar que la decisión de atajar y reducir al mínimo los accidentes laborales es más real cuando se dispone de los instrumentos legales adecuados -empezando por la propia Ley de Prevención de Riesgos Laborales, que ha cumplido más de una década desde su promulgación, hasta diferentes acuerdos a nivel estatal, autonómico o municipal. La voluntad política, empresarial e incluso del propio trabajador para hacer efectivos los preceptos legales y el cumplimiento estricto de los acuerdos firmados entre los interlocutores sociales y las distintas Administraciones, es fundamental para conseguir la plena eficacia de los mismos. Sin embargo, es precisamente aquí, donde se percibe la brecha que se produce entre lo que se plasma sobre un papel y su traslado a la realidad de cada centro de trabajo, al tajo, donde reside una gran parte de la explicación de por qué apenas se percibe la corrección de una situación que deja patente que, día a día, se incrementa el número de los accidentes de trabajo.