Del silencio a las urnas

19/11/2011 - 22:38 Charo Zarzalejos

Lo de la jornada de reflexión tiene más de liturgia que de "reflexión". Son muchos los partidarios de suprimirla por carecer de efectividad real. Para mantenerla se me ocurre un argumento muy poco  político pero creo que nada desdeñable como es el valor del silencio. En no pocas ocasiones, el silencio puede ser la conversación más  elocuente; es buenísimo para la garganta y ayuda al descanso, a relajar el ánimo... Un  día de silencio después de dos semanas de campaña es de agradecer, de manera especial por los propios candidatos, ya cansados de escucharse a sí mismos y desde luego por  los propios ciudadanos que probablemente también se hayan cansado de escucharles.

   Esta ha sido la campaña más larga de la democracia en la que los avatares del mercado han ocupado tanto espacio o más que la propia campaña que, afortunadamente, ha transcurrido sin sobresaltos sangrientos a los que ETA nos tenía acostumbrados. El domingo dejaremos el silencio para emprender el camino a las urnas. Es el mejor paseo que nos podemos dar. Quedarse en casa no computa. La abstención, al final, se solventa  en una crónica de diez líneas y ahí  acaba su efecto. Lo razonable, lo oportuno es votar. En esta ocasión lo haremos cansados de tanta crisis y con el ánimo un poco encogido porque nada ni nadie nos va a librar de tiempos difíciles, muy difíciles. Lo haremos intuyendo que gobierne quien gobierne ya nunca vamos a vivir como hemos vivido salvo que nos guste chapotear en el charco de la crisis permanente y lo haremos, en fin, como el enfermo  que no se fía mucho del tratamiento que le han puesto pero que sabe debe tomarlo porque la alternativa puede ser que no se cure nunca.

Sea como sea, las urnas ya nos están esperando y no es permisible darles plantón. Además, las elecciones generales son la máxima expresión de la democracia y la democracia, como los pañuelos de seda natural, no puede ni debe ser maltratada. Ignorar el valor de nuestro voto, dejar que otros decidan por cada uno de nosotros es desaprovechar lo mejor que tenemos: la libertad.