Denigrar a Rubalcaba

30/05/2011 - 00:00 Rafael Torres

 
La democracia interna de los partidos es a la democracia lo que la música militar y la justicia militar a la música y a la justicia. Más o menos. Y hasta cierto punto es comprensible, pues el grado de persuasión, de ambición, de dedicación o de compromiso no es el mismo entre quienes los dirigen. Incluso en las democracias asamblearias como las que ensayan los chicos del 15M, es el que mejor labia tiene o mejor carisma gasta, y no necesariamente el más listo o el más sensato, el que se lleva el gato al agua. Así pues, y aun no siendo un prodigio de democracia participativa de las bases, la elección de Alfredo Pérez Rubalcaba para que sea el que intente salvar los trastos del PSOE en las generales, no sólo no es una aberración, sino que es, casi seguro, la mejor que su partido podía haber hecho.

   Rubalcaba se diferencia del común de los políticos españoles en que es un tío muy inteligente, pero también en que su larga ejecutoria política ha sido razonablemente buena. Su fisonomía, su cara sobre todo, remite a la de los políticos del siglo XIX, cuando la política se parecía mucho más a la política que ahora, con la particularidad de que se trata de un sujeto que intenta parecerse a su cara y actuar de consuno con ella. Habla bien (se habla como se piensa), no desconoce la ironía, sabe escuchar (por eso sabe tanto), respeta al interlocutor y, cuando procede, sabe ser malo, cualidad indispensable en atención a lo que se va a encontrar enfrente: la descalificación, el insulto, la calumnia.

   Se levanta, pues, la veda de Rubalcaba, y los tiradores aprestan sus cananas y sus rifles de repetición y mira telescópica. Si hacen falta misiles, o napalm, o bombas de fragmentación para abatirle, los arsenales estarán dispuestos. Los tiradores le temen y se espera de ellos un fuego graneado y constante. La consigna es calara, denigrarle, y algunos hasta creen que se denigra a alguien llamándole viejo, que ya se lo han llamado. No será un paseo para el Partido Popular, como creía. Habrá lucha. Y hasta puede que los escopeteros se vuelvan de vacío.

 
  

 

  

  

  

  

  

  

  

  

  

  

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