Descanse, presidente
01/10/2010 - 09:45
Por:
El comentario
Francisco Muro Iscar / Periodista
Dicen, presidente, que se va a tomar pocas vacaciones este año, apenas un par de fines de semana. Bueno, La Moncloa no parece un mal sitio para veranear, especialmente si no hay tráfico de ministros con problemas -es decir, todos- ni encuentros de Estado -poco frecuentes-. Lo único malo es que si quiere seguir corriendo diez kilómetros diarios que dicen que se pega usted, los treintaytantos grados de Madrid no son lo ideal.
Pero Chema Martínez acaba de ganar la plata en el maratón de los Europeos de Atletismo en Barcelona, y eso sí que es sufrir con el calor y la humedad. Ya sólo falta que alguien revele un día que usted hace más abdominales que su antecesor, José María Aznar, y entonces empezaré a creer que el espíritu de La Moncloa es deportivo y no político. Lo mismo le vemos en los siguientes Europeos, nunca se sabe.
Disfrute lo que pueda, presidente, porque agosto se pasa en un suspiro. El gozo es casi siempre breve y el sufrimiento inmensamente largo. Yo siempre he dicho que cada tres meses de trabajo deberíamos tener uno de vacaciones y que así produciríamos lo mismo o más, pero estaríamos mucho más contentos. Nunca me ha hecho caso ningún empresario. Dígaselo a Corbacho, a lo mejor es una baza. No piense en septiembre, presidente. Ni en Rodiezmo ni en Cándido ni en Toxo y mucho menos en Diaz Ferrán. El mundo está lleno de desagradecidos y usted se va a ir a casa, cuando toque, no como esperaba sino después de que le hagan una huelga general, habiendo recortado los derechos sociales de todos los trabajadores, con cerca de cinco millones de parados y demostrando la incapacidad de nuestro sistema para crear empleo. Ahora, la agenda habla de huelga general; de más subidas de impuestos ya programadas; de la ratificación parlamentaria de esa reforma laboral impuesta que no soluciona nuestros problemas y que no contenta a nadie; de los Presupuestos de 2011, con los previsibles chantajes de peneuvistas y de otros grupos; de la crisis de Gobierno, aunque yo no cambiaría un Gobierno inoperante por otro parecido; de la grave crisis catalana en la que nos metió su error de prometer y de donde difícilmente nos va a sacar ni usted ni su sucesor, sea quien sea. Entre unos y otros han desprestigiado hasta límites insospechados al Tribunal Constitucional. Hasta los toros se han convertido en un problema identitario y en una bandera por culpa de su compañero Montilla. Señor presidente, usted ha vuelto, como un calcetín, su programa y sus principios. Está haciendo, pero no con la misma convicción, lo contrario de lo que prometió. Y muchos se temen que todavía puede dar varias vueltas al calcetín. Incluso sin calcetín. No tengo mucha confianza en la oposición, más bien al contrario. Pero, por favor, presidente, descanse en agosto. No haga nada. Seguro que nos va mucho mejor.
Disfrute lo que pueda, presidente, porque agosto se pasa en un suspiro. El gozo es casi siempre breve y el sufrimiento inmensamente largo. Yo siempre he dicho que cada tres meses de trabajo deberíamos tener uno de vacaciones y que así produciríamos lo mismo o más, pero estaríamos mucho más contentos. Nunca me ha hecho caso ningún empresario. Dígaselo a Corbacho, a lo mejor es una baza. No piense en septiembre, presidente. Ni en Rodiezmo ni en Cándido ni en Toxo y mucho menos en Diaz Ferrán. El mundo está lleno de desagradecidos y usted se va a ir a casa, cuando toque, no como esperaba sino después de que le hagan una huelga general, habiendo recortado los derechos sociales de todos los trabajadores, con cerca de cinco millones de parados y demostrando la incapacidad de nuestro sistema para crear empleo. Ahora, la agenda habla de huelga general; de más subidas de impuestos ya programadas; de la ratificación parlamentaria de esa reforma laboral impuesta que no soluciona nuestros problemas y que no contenta a nadie; de los Presupuestos de 2011, con los previsibles chantajes de peneuvistas y de otros grupos; de la crisis de Gobierno, aunque yo no cambiaría un Gobierno inoperante por otro parecido; de la grave crisis catalana en la que nos metió su error de prometer y de donde difícilmente nos va a sacar ni usted ni su sucesor, sea quien sea. Entre unos y otros han desprestigiado hasta límites insospechados al Tribunal Constitucional. Hasta los toros se han convertido en un problema identitario y en una bandera por culpa de su compañero Montilla. Señor presidente, usted ha vuelto, como un calcetín, su programa y sus principios. Está haciendo, pero no con la misma convicción, lo contrario de lo que prometió. Y muchos se temen que todavía puede dar varias vueltas al calcetín. Incluso sin calcetín. No tengo mucha confianza en la oposición, más bien al contrario. Pero, por favor, presidente, descanse en agosto. No haga nada. Seguro que nos va mucho mejor.