Desconcierto científico

18/03/2011 - 00:00 Andrés Aberasturi

Cuando mi cuñado, que es hombre por lo demás prudente, oye las cosas que dicen los del partido contrario a su partido, pone el grito en el cielo y les acusa de mentirosos, demagogos y toda clase de lindezas que imaginarse puedan. Y eso mismo hace mi sobrina cuando oye las cosas que dicen los del partido de mi cuñado sobre el partido del que ella es partidaria. Bueno, eso es la democracia e intentar demostrar que ni lo uno ni lo otro es así del todo, no deja de ser un ejercicio teórico entre dos concepciones igualmente teóricas de entender el buen gobierno de una sociedad. Lo que resulta más complicado es asistir, sin perder la fe, en las distintas declaraciones de los muchos físicos expertos que vienen opinando sobre la tragedia nuclear de Japón: mientras para unos lo que ha pasado hasta ahora no es más peligroso que un par de radiografías, para otros estamos en la antesala -y además sin solución- de un desastre total e irreversible.
   Teorizar sobre si el PP o el PSOE, sobre Blanco o Cospedal, es más o menos irrelevante y hasta resulta conmovedor cómo a estas alturas algunos se lo toman tan a pecho. Lo que mosquea es que las opiniones de unos sabios especializados a los que se les supone una preparación más que exquisita, puedan ser tan absolutamente diferentes sobre un hecho científico medible y objetivo. Eso si que desconcierta, llena de zozobra y explica la absurda polarización del debate nuclear: la izquierda "anti" y la derecha "pro"; de ahí a que esa polarización salte a los medios, no hay ni medio paso, de forma que ya tenemos servido el lío y, además, sin posibilidades al parecer de pedir un arbitraje o consultar a expertos porque son precisamente los expertos los primeros en diferir radicalmente unos de otros en la valoración de los hechos. ¿Es que también la ciencia tiene ideología? ¿Es imaginable que todo un experto físico de derechas niegue por ideología la gravedad de lo ocurrido? ¿No resulta tan disparato como creer que otro compañero suyo por ser de izquierdas aumente, también por ideología, la gravedad por encima de las realidad? ¿O es que ninguno de los dos sabe de qué va la cosa y se atreven a dar opiniones tan divergentes? Practicamos, tal vez en exceso, el respeto a la Ciencia, así con mayúscula, porque está al margen de credos y sólo se basa en hechos. Pero se ve que no.
   En los últimos tres grandes debates que hemos tenidos como sociedad, la ciencia no sólo no ha arrojado luz sino que ha ayudado a enturbiar más aun la cosa y ha servido, con su dicotomía, como coartada para los distintos bandos. En el tema del aborto no se pusieron de acuerdo en nada. En el espinoso asunto sobre cómo abordar la crisis económica, las recetas de los expertos siguen siendo absolutamente contradictorias. Y ahora llega el tema nuclear y estamos entra el daño de una radiografía y el temor absoluto y casi apocalíptico. Tal vez algunos científicos deberían aprender una lección que los periodistas nunca hemos querido aprender: la humildad para pronunciar tres palabras importantísimas: "no-lo-sé".