Deshojar la margarita

25/12/2010 - 00:00 Victoria Lafora

 
Ese no saber si me voy o me quedo, si lo digo pero no lo digo, recuerda al ñoño juego adolescente de me quiere, o no me quiere, conocido como deshojar la margarita. Y en este ridículo trance nos tiene sumergidos a los españoles el presidente del Gobierno mientras recortamos gastos en el turrón y en el pavo durante estas "entrañables fiestas". Ahora parece que, para tranquilizar a sus huestes, mosqueadas por su frivolidad de dejar caer ante cientos de periodistas, en la copa de Navidad de Moncloa, que ya tenía tomada la decisión pero que solo la sabía su santa esposa y un amigo, ha vuelto a las andadas con la promesa de que no va a dimitir ni a adelantar las elecciones. Y tiro porque me toca. Ya solo le faltaba al PSOE que, después de las incertidumbres creadas, cualquier mañana le diera la ventolera a Zapatero de presentar la dimisión sin tener un candidato alternativo La travesía del desierto para las siglas socialdemócratas podría durar décadas Porque los malos datos de las encuestas no son tanto para el PSOE como para su actual dirigente, Rodríguez Zapatero. Es él quien concita el mayor rechazo de los votantes y quien se ha convertido en un lastre incluso para candidatos autonómicos y municipales que van a recibir en sus ilustres traseros las patadas que el ciudadano querría en el del jefe del Ejecutivo. Eso, no nos engañemos, ya ha pasado otras veces; pero ahora con mayor encono. Con tanto que muchos "barones" del PSOE no saben como romper amarras con las políticas dictadas desde Moncloa. Las reuniones de la Ejecutiva Federal, en la sede de la calle Ferraz de Madrid, son últimamente una jaula de grillos donde destacados dirigentes, antes ilustres aplaudidores del líder, se han convertido en díscolos críticos ante el temor de un próximo batacazo electoral. Para acabar de arreglarlo, Zapatero subió a la tribuna de oradores, en el último pleno del Congreso del año, y sorprendió a propios y extraños al anunciar, rompiendo su optimismo antropológico, que quedan cinco años duros antes de que España consiga reconstruir su tejido económico. Si para los diputados socialistas fue un jarro de agua fría, para los ciudadanos de a pie supuso pasar del desconcierto al estupor. ¿Pero no se veían ya los brotes verdes? ¿No se iba a crear empleo neto al finalizar este año? ¿No estábamos en puertas de salir de la recesión? ¿La reforma laboral no iba a ser la panacea para frenar la destrucción de empleo?Si todavía quedan cinco largos años ¿Por qué no nos lo han contado antes? Y sobre todo, ¿Por qué han contado tantas tonterías?.